miércoles, 11 de enero de 2012

EL DOBLE CINCO DELVERANO.





El gobernador Scioli tiene razón cuando dice que el tiempo que lleva dentro del espacio de gobierno inaugurado en mayo de 2003 lo exime de tener que dar constantes explicaciones. Sin embargo, y sin perjuicio de que no todos los que están son ni los que son están, un político tan avezado como él no puede desconocer, digamos que la completud simbólica de sus actos; a la vida pública de la Argentina debe tenerle sin cuidado la longitud en el tiempo de las amistades personales de sus gobernantes; sí les debe interesar el carácter político de las relaciones que ellos, amigos íntimos o no, tengan entre sí.
Por ejemplo, si en vez de jugar un picadito con Macri, un gobernante de alcaidía que dice y hace todo exactamente al revés de lo que dice y hace el espacio nacional al que Scioli asegura pertenecer, este hubiese compartido un asado o un partido de truco con la ministra Nilda Garré, quien impulsa políticas públicas de seguridad democráticas y transformadoras, claramente enfrentadas a las del ministro bonaerense Ricardo Casal, las interpretaciones necesariamente políticas de la agenda deportiva del gobernador hubiesen sido de otro tenor.
En ese sentido, su vice, Gabriel Mariotto, tal vez hubiese podido conversar de política y no de fútbol cuando los periodistas lo interrogaron acerca de su opinión sobre la imagen de Scioli y Macri en cortos y con botines de goleadores. En cambio, tuvo que resaltar algo que resulta obvio, que ninguno de los dos está en condiciones de jugar en primera división; o alguien en su sano juicio puede creer que Mauricio tenga chance de ser convocado por Julio Falcioni para remplazar a Román, y que Sicoli esté a punto de recibir una llamada telefónica de Matías Almeyda para sumarse a River a su desesperado intento por salir de la segunda letra del abecedario. No, de ninguna manera, un político tan avezado como el jefe administrativo de la provincia de Buenos Aires seguro sabe muy pero muy bien que ni una ni otra posibilidad pertenece al mundo del ser; cómo no quedarse perplejo ante semejante distracción o mirar para el otro lado, simulando sorpresa por la derivaciones necesarias de las acciones propias, casi en tono de destino.
Estos primeros diez días del año transcurrieron entonces de forma tal que resulta imposible conciliar el sueño sin pensar antes, aunque sea un rato, en algunas infamias y ciertas extrañezas: entre las primeras, el orden semántico de Clarín ante la enfermedad de Cristina Fernández de Kirchner y los deseos de enfermedad y muerte de los opositores twitteros; entre las segundas, la cercanía cromática entre los colores naranja y amarillo.
(*) Periodista, escritor y profesor universitario; director de AgePeBa. Columna publicada hoy en Tiempo Argentino.


GB

No hay comentarios:

Publicar un comentario