domingo, 23 de diciembre de 2012

LA GUERRA NUCEAR DE LA DERECHA SINDICAL, OPINION POR HECTOR CABALLERO.

El año parece no querer irse nunca
Por Roberto Caballero *

A horas de las fiestas de Navidad y fin de año, en lugar de paz hubo caos construido.

El miércoles 19, mientras Hugo Moyano cuestionaba desde la Plaza de Mayo la política de Derechos Humanos oficial, el genocida Miguel Etchecolatz era condenado a prisión perpetua en La Plata por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el Circuito Camps, como se denominó a la red bonaerense de centros clandestinos de detención bajo dominio de la policía provincial donde los propietarios de Clarín y La Nación obtuvieron Papel Prensa, despojando de las acciones a la familia Graiver, tras reu-nirse con el represor Bartolomé Gallino que confeccionaba los interrogatorios bajo tormentos que sufrían sus integrantes en Puerto Vasco. Esa misma noche, como para coronar el derrape, Moyano, junto a Pacho Micheli (CTA opositora) y el chacarero Eduardo Buzzi aterrizaron en los estudios de TN, del Grupo Clarín, que los ayudó con algún punto de rating extra a sobrevender la escuálida movilización a la que también aportaron la izquierda de Jorge Altamira, el radicalismo de Ricardo Alfonsín y el sindicalismo corleónico de Luis Barrionuevo. Los familiares de las víctimas del 19 y 20 de diciembre de 2001, en horas del mediodía, ya habían tomado distancia de la protesta, criticando la fecha elegida. Curioso: ninguno de los oradores de la marcha rindió homenaje a los 36 asesinados por el gobierno del radical Fernando de la Rúa.

La tribuna sólo fue utilizada para golpear al gobierno, supuesto autor de un ajuste contra los trabajadores exigido por el FMI, mientras Cristina Kirchner firmaba un decreto recuperando para el Estado el predio de la Sociedad Rural en Palermo. ¿Existe un símbolo más claro de la Argentina privilegiada, esa misma que apoyó todos los golpes de Estado, promotora además de las más vergonzosas políticas antinacionales y antiobreras con la anuencia del FMI, que la Sociedad Rural? Difícil. Algo, definitivamente, no cuadra en la caracterización antojadiza que el sindicalismo opositor hace de la administración kirchnerista.

Un día después de la prosa irascible de Moyano y Micheli, comenzó la Hiroshima prometida desde las páginas de La Nación por este último, con un apagón por sabotaje gremial en Neuquén y robos en banda coordinados en Bariloche y otros 20 puntos del territorio nacional. La metodología, en esta última zaga, fue similar en todos los casos: grupos organizados prendiendo la mecha y una pradera de jóvenes "ni-ni" (ni estudian ni trabajan) y no tanto aprovechándose de la situación de caos frente a supermercados y comercios. No fueron bandas famélicas, como en el '89 y 2001. Esta vez, interesaban más los electrodomésticos que la polenta. Pero hubo 500 detenidos y dos muertos.

En Campana, la zona con menor índice de desocupación del país, el secretario adjunto del Sindicato de Camioneros, además líder de la barra del club Villa Dálmine, encabezó la furia callejera, de la que tampoco escaparon los automovilistas que circulaban por la Ruta 9. Moyano se excusó diciendo que no lo podían culpar por las acciones individuales de sus afiliados. El gobierno le atribuyó los desmanes a él y a Micheli, un poco por las evidencias y otro tanto por olfato político.

Pero la conferencia desde la CGT del viernes 21, en horas de la tarde, fue reveladora. Allí se pudo ver y escuchar a un intranquilo Moyano, otra vez junto a Micheli, denunciando que detrás de los robos estaba el gobierno como parte de una estrategia de victimización. Insólito. Su afirmación se pareció mucho a eso que los psicólogos llaman "fenómeno de proyección", por el cual alguien le atribuye sus propios pensamientos o emociones indeseables a las otros. ¿En qué beneficiaría al gobierno un escenario de convulsión callejera como el que reflejó TN y la CNN? La verdad, en nada. Al sindicalismo que amenazó con la "guerra nuclear", sin embargo, le arrimó una sospechosa verosimilitud. Fue Micheli el que entró a la Plaza de Mayo con una bandera en la que podía leerse: "Por una Navidad sin hambre", pocas horas antes de que se desataran los incidentes vandálicos, robos y saqueos, que el inconsciente colectivo asocia, indefectiblemente, con épocas de hambre y dolor, que no son estas.

Porque si la realidad fuera tal como la describió la dupla de Moyano y Micheli, la marcha del 9D, la kirchnerista, hubiera tenido 20 mil concurrentes y la del 19D, la antikirchnerista, más de 500 mil. Ocurrió exactamente al revés. Aunque Clarín y sus aliados sindicales y políticos se empeñen en desmentirlo, esta no es la Argentina de 2001.

Emilio Pérsico, líder del Movimiento Evita, es un dirigente atípico. Siendo secretario de Agricultura Familiar, vive en una barriada pobre de San Fernando, allí donde se produjeron robos en banda. Es más, su agrupación tiene un local frente al supermercado saqueado. Fueron testigos privilegiados de lo sucedido. En diálogo con el programa Mañana es hoy, de Radio Nacional, aseguró que la mañana del viernes llegaron tres micros con gente de otro partido (Malvinas Argentinas y Quilmes, según las patentes de los vehículos que están en poder de los investigadores) de los que bajaron los primeros cincuenta agitadores. Por la tarde, lograron que algunos grupos de jóvenes del barrio se sumaran al saqueo y al enfrentamiento con la policía: "Son pibes 'ni, ni', que ni estudian ni trabajan. Están en la esquina y son base de maniobra de cualquier intento de perturbación o enfrentamiento.

Nosotros trabajamos con ellos, pero son difíciles. Hace poco se agarraron a machetazos entre dos bandas. Lo que pasó fue muy parecido a lo que ocurrió en el Obelisco, cuando la hinchada de Boca fue a festejar el día del hincha. De golpe, un sector se desprende y rompe todo. Bueno, acá pasó algo parecido. Es un sector duro, marginado, para el que hay que pensar políticas específicas en el corto plazo". En provincia de Buenos Aires, se calcula que medio millón de jóvenes con edades que van de los 15 a los 30 años no tienen ni buscan trabajo y desertan de la escuela en forma temprana, sin que esta pueda retenerlos. Son caldo de cultivo para cualquier episodio vandálico. Clubes de fútbol, partidos políticos, algunos sindicatos, intendentes venales y hasta bandas narco reclutan en ese universo juvenil a la deriva.

Los que buscaban imágenes de descontrol, finalmente, las obtuvieron en estos días. La coreografía cuasi insurgente símil 2001 se reprodujo en los canales de noticias con una velocidad increíble y trajo a la memoria lo peor del pasado reciente. Los titulares y zócalos catástrofe de los medios hegemónicos adquirieron una carnadura marginal pero suficiente para dañar en la batalla por el sentido que libran contra el gobierno democrático. Por caso, de setiembre a esta parte, las marchas de los caceroleros, el paro y la movilización de los sindicatos opositores, y las últimas escenas de rapiña a supermercados y comercios, abonan la estrategia de visualización colectiva de un país caotizado y en llamas que el Grupo Clarín promueve desde las páginas de su diario y las 240 licencias. La instalación de una sensación de yerro perpetuo y desgobierno procura generar agobio y manipulación del humor social. Héctor Magnetto sabe que cuenta con la ayuda de una parte del Poder Judicial y su propia capacidad mediática para erosionar al kirchnerismo antes de que este consiga un triunfo en las elecciones de medio término que sepulten para siempre sus ilusiones de voltear la Ley de Medios. El calendario no le juega a favor. Pero sabe que aliados inesperados pueden surgirle en esta carrera contra el tiempo. ¿O alguien suponía que Moyano pasaría de enemigo mortal a compañero de ruta del grupo en menos de un año? Era impensable. Era. Lo mismo que Micheli defendiendo a "la justicia" con los argumentos de Elisa Carrió y Ricardo López Murphy.

Entretanto, la Corte se prepara para resolver el recurso extraordinario y el per saltum presentado por el oficialismo. Tres años y dos meses después de promulgada la ley, los que trajinan el Palacio de Tribunales aventuran una resolución pírrica: se haría lugar al pedido para eliminar la cautelar pero sin acceder al per saltum sobre la cuestión de fondo, que quedaría en manos de la Sala 1 de la Cámara en lo Civil y Comercial Federal que tan gratas noticias suele darle a Clarín. Los que, en cambio, hacen lecturas políticas de los movimientos cortesanos, ven como improbable que el máximo tribunal rechace en menos de un mes dos pedidos del Ejecutivo para que salde el pleito. Las mismas fuentes aseguran que hay número para dictar la constitucionalidad en breve, pero que el fallo definitivo podría venir acompañado de una extensión del período de gracia para la adecuación del grupo oligopólico, llevándolo más allá de las elecciones de 2013. Por ahora, todas son especulaciones. ¿Tendrá tiempo Clarín de herir de modo terminal al gobierno antes de que la ley se aplique en su totalidad? Eso lo sabe, solamente, el futuro.

Hay asuntos, como este, en los que el gobierno depende de otros. Preocupa, sin embargo, que no acierte en aquellos que sí están en su órbita exclusiva. ¿Tenía información, acaso, de que se estaba planificando algo violento para estas fechas emblemáticas de diciembre? A juzgar por los hechos no. La realidad indica que no había previsión concreta. Una vez desatados los sucesos, actuó rápido, sin dudas. Pero pensar que un movimiento delictivo que abarcó una geografía tan extendida no haya sido detectado o advertido por las fuerzas de seguridad e inteligencia produce algo parecido al estupor. La urgente identificación de los beneficiarios del caos, contrastó con la morosidad para exponer y oficializar evidencia que consolidara la denuncia. En la tarde del viernes, ya había fotos, chapas patente, detenciones masivas, gráficos de contactos y hasta rastros en redes sociales que apuntaban a instigadores concretos. Quizá fue un exceso de prudencia gubernamental o la meticulosidad que inspira a los investigadores celosos lo que llevó a no hacerlas públicas esa misma noche. Sería deseable que ante episodios de tal magnitud la sociedad no quede a la intemperie informativa durante tanto tiempo.

Por último, cuando faltan horas para las fiestas de Navidad y Año Nuevo, la Sociedad Rural anunció un lockout junto a la Mesa de Enlace en berrinche porque el predio palermitano volvió al Fisco y la CGT moyanista se declaró en estado de "alerta y movilización", echando más nafta al fuego en medio de un panorama político delicado, con inciertas derivaciones.

La única certeza es que el año parece no querer irse nunca.

* Director fundador de Tiempo Argentino
 

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