domingo, 27 de enero de 2013

LA CUMBRE CELAC-UE

Reunión cumbre Celac-UE. No están los Estados Unidos ni Canadá

Sin el patrón del Norte

Entre ayer y hoy, Santiago de Chile es sede de la reunión de 42 representantes de Estados, 23 latinoamericanos y caribeños y 19 europeos. En los ’90, pleno liberalismo, la Unión Europea fue el mayor socio de esta región al quedarse con áreas clave del Estado. Ahora, tal como señaló el uruguayo José Mujica, “el principal cliente que tenemos ya no está en Occidente sino en Oriente”. La referencia a la República Popular China requiere una aclaración: ellos exportan productos industrializados y compran oleaginosas y minerales de la región. Los líderes europeos, con Angela Merkel a la cabeza, pretenden poner en valor los 300 mil millones de euros anuales de inversiones e intercambio comercial entre ambos continentes. La gran incógnita es si “Europa está de vuelta”, tal como señaló Jean Marc Ayrault, primer ministro francés, para graficar una supuesta mejoría del Viejo Continente. En paralelo funciona la Cumbre de los Pueblos, especialmente opositora a Sebastián Piñera, quien se abrazó con su par español Mariano Rajoy y le espetó una frase incongruente: “Bienvenido a un mundo mejor”. Mañana, el mandatario derechista chileno le dará el bastón de mando de la Celac nada menos que al presidente cubano Raúl Castro. Piñera recibe a Cristina Fernández de Kirchner, quien reclamará que Chile no envíe veedores al plebiscito de la corona británica que pretende perpetuar su ocupación de Malvinas.


La UE quiere una manito de América latina

Por Diego M. Vidal. Enviado especial, Santiago de Chile
internacional@miradasalsur.com

La cumbre de la Celac-UE reúne en Chile a 42 jefes y jefas de Estado de América latina y la Unión Europea que debatirán, de igual a igual, sobre las relaciones económicas, la interacción política y las oportunidades a desarrollar desde el lanzamiento de la reunión en Caracas en 2011.

La I Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños con la Unión Europea (Celac-UE) concluye hoy en Santiago de Chile, pero la disparidad de objetivos de los gobiernos presentes puede opacar el brillo exultante de la sonrisa con la que Sebastián Piñera encaró cada paso de este evento en el que puso sus fichas (quizás las últimas) para levantar la alicaída imagen de su gestión y todo acabe en un sencillo inventario de buenas intenciones.

Santiago de Chile amaneció en estos días con la eterna sombra de los Andes a sus espaldas, y las jornadas habituales no se vieron alteradas por la cita que en las afueras de la ciudad mantenían los 42 jefes y jefas de Estado de América latina y Europa (23 de aquí, 19 de la UE). La calma sólo se vio alterada por los operativos de seguridad (más de 5.000 efectivos de carabineros de custodia) que cercaron la ciudad e hicieron casi imposible el tránsito por las principales arterias. Sin embargo, esa tranquilidad casi provinciana, aderezada por temperaturas primaverales, contrastó con la febril actividad desarrollada por unas 2.500 personas, entre periodistas y delegados, que colmaban los 37.500 metros cuadrados del recinto de exposiciones Espacio Riesco, sede del encuentro internacional.

En este marco, la visita oficial de destacadas figuras europeas, junto a las declaraciones del comisario de Comercio de la UE, Karel de Gucht, quien ante un auditorio empresarial aseguró que “la parte aguda de la crisis ha pasado” y del primer ministro francés, Jean Marc Ayrault, enfatizando frente al mismo público que “Europa está de vuelta”, dieron la sensación de que la UE vino a “venderse” como títuló el diario madrileño Cinco Días. Y ratificó la certeza instalada en los asistentes y medios que cubren la reunión Celac-UE, centrada en que la misma tiene como fin escuchar los argumentos de los líderes europeos, que creen ver en esta parte del globo el necesario auxilio para sus malheridas economías pero sin salirse del recetario ortodoxo que desangra aún más sus finanzas y para eso blanden como argumentación los más de 300 mil millones de euros anuales de inversiones e intercambio comercial entre ambos continentes.

“Bienvenido a un mundo mejor”, fue la frase con la que Piñera recibió al presidente español Mariano Rajoy, con quien lo une una afinidad ideológica concreta. Especial trato les dispensó el gobernante chileno a sus colegas del Viejo Mundo. Por eso, muchos de los vecinos regionales recelan de si Chile no se convertirá en una cuña para favorecer los intereses de la eurozona. De los latinoamericanos, sólo los presidentes de Argentina, Brasil y Cuba fueron tratados de la misma manera. Raúl Castro, recibido con honores militares y un efusivo Piñera, por estar enmarcado en una situación político-judicial de la nación transandina y por tratarse del primer arribo a Chile de un presidente cubano desde que Fidel fuera recibido por Salvador Allende en 1971.

Además de los temas económicos que priman en la cumbre, la interacción política y la oportunidad del camino trazado desde el lanzamiento de la Celac en 2011 en Caracas son el eje que se plantean los principales dirigentes de la región. Así lo dejó en claro José Pepe Mujica cuando reseñó que “nos ha costado casi 70-80 años hacer una reunión sin que esté el patrón del norte y juntar a los pueblos del Caribe”. “El gran obstáculo que tuvimos para un entendimiento en materia de economía con Europa –señaló Mujica– era la mayor competitividad de la agricultura nuestra frente a la europea. El principal cliente que tenemos ya no está en Occidente sino en Oriente. El primer cliente de Brasil, de Argentina, de nosotros, se llama la República Popular China. Entonces Europa no debe de temer tanto que la vamos a avasallar con nuestra agricultura más eficiente”.

Piñera se mostró satisfecho ante las cámaras en cada acto que compartió con sus visitantes internacionales, pero no pudo evitar que las sombras envolvieran lo que pensó como una estrategia de reposicionamiento regional, perdido a manos de otros gobernantes que suelen marcar la agenda suramericana. El papel de componedor, amigable aún en las diferencias ideológicas y comprensivo ante los aciagos tiempos que vive el Primer Mundo, se vio por momentos en un tembladeral que comenzó en el interior de su propia alianza partidaria y sumó luego los intereses propios de las naciones limítrofes.
El papelón que escenificaron los miembros de la Unión Democrática Independiente (UDI) frente a la embajada cubana, a la que asistieron una veintena de integrantes del partido pinochetista y arrojaron al jardín de la delegación diplomática un sobre dirigido a Raúl Castro, encendió el alerta ante un posible desmadre de las acciones de quienes reclaman a la isla la entrega de los supuestos asesinos del senador Jaime Guzmán, integrantes de la extinta guerrilla Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que podrían estar viviendo allí. Esto llevó a que Sebastián Piñera anunciara públicamente la intención de interceder ante Castro por el tema y así aplacar la furia desmedida de los seguidores del fallecido dictador Augusto Pinochet. Al cierre de esta nota no hay indicios de que esa gestión se haya realizado o diese algún fruto. Habrá que esperar hasta mañana, lunes, cuando se lleve a cabo el traspaso de la presidencia pro témpore de la Celac a Cuba por parte de Chile, aunque el contexto es de dudosa conveniencia.

Malvinas y el frente común contra el accionar de los fondos buitre que Cristina Fernández de Kichner trajo en las valijas tampoco agradaron a su par chileno, pero nadie creyó que éste se atreviera a insinuarle a la presidenta argentina que se abstuviera de plantearlos. La estrecha relación con Gran Bretaña y la coincidencia con los capitales especulativos que la derecha criolla pueda tener no son razones sólidas para que CFK atendiera el interés de su anfitrión.
La otra cuestión que empañó lo que el gobierno chileno descontaba como una fiesta cosmopolita, implicó a tres soldados bolivianos capturados armados luego de cruzar ilegalmente y sin explicación la frontera que comparten ambos países en el altiplano andino. Este incidente se sumó al pedido de Evo Morales a los representantes diplomáticos para que intercedan a favor de La Paz en el histórico reclamo por los 120.000 kilómetros cuadrados y 400 kilómetros de costa que perdiera en la Guerra del Pacífico y que se le demanda a Chile desde el siglo XIX, lo que agrió el humor del presidente chileno que solamente se recompone cuando departe con la canciller alemana Ángela Merkel, con Ollanta Humala, con Rajoy o con François Hollande.

“Alianza para un desarrollo sustentable: promoviendo inversiones de calidad social y ambiental” fue el pomposo título que encabezó este cónclave, del que el futuro dará cuenta hasta dónde se cumplirá en tan heterogénea confluencia de tendencias y posiciones. Hay quienes se atreven a apuntar como el prólogo del fin de la razón de ser de la Organización de Estados Americanos y la maduración de una nueva integración. Otros analistas ven como clave la esperanza europea que cree hallar en América latina una nueva fuente de financiamiento de su recuperación. Ambas visiones serían contradictorias si en pos de una se sacrifican los logros soberanos alcanzados por la otra. Como sea, en el porvenir más cercano todo puede seguir igual o peor, depende de que se cumplan los acuerdos alcanzados y no acaben en simples papeles de compromiso.



Chile y la marcha de la Cumbre de los Pueblos

Por Diego M. Vidal. Periodista
internacional@miradasalsur.com

Derechos Humanos y minería fueron algunos de los temas presentados por más de 400 organismos que coparon Santiago.

La Cumbre de los Pueblos, que sesiona hasta hoy en Santiago de Chile, se ha convertido en cita obligada de aquellos partidos y movimientos que se oponen a que el mundo siga tal como está. Por eso y en pos de señalar las alternativas al statu quo vigente, se realizan en paralelo a los encuentros como el que también se está llevando a cabo en la capital chilena, congregando a mandatarios de América latina, el Caribe y Europa.

Unas 400 organizaciones de todo el globo llevaron sus planteos a los claustros de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile. Derechos humanos, pueblos originarios, minería o el auge del neoliberalismo fueron algunos de los debates que encendieron a los participantes, sobre todo en temas como el extractivismo minero-petrolero y la situación de los mapuches en la Araucanía transandina, cuyas posiciones y consignas confluyeron el día viernes en una marcha por las calles santiagueras para dar comienzo a las jornadas de la contracumbre.
Más colorida y entusiasta que numerosa, al menos si se la compara con las movilizaciones realizadas por los estudiantes
en los últimos dos años, la gente marchó por avenidas y peatonales céntricas, voceando contra la Barrick Gold y otras multinacionales, pero haciendo centro en el gobierno de Sebastián Piñera. Los transeúntes acompañaban con sus miradas el paso de las columnas, algunos se sumaban, otros continuaban camino concentrados más en cómo regresar a sus hogares al fin de la semana. También los carabineros seguían de cerca y con celo a los manifestantes, fijando la mirada y frunciendo el ceño a través sus viseras, con tanto rojo y tantas banderas cubanas o venezolanas que pasaban por delante de ellos.

“Cada vez somos más los que sabemos qué es lo que queremos”, se mostró optimista Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, mientras sostenía una bandera por los derechos de los inmigrantes. “Que los grandes escuchen nuestras propuestas”, dijo, expresando el anhelo que los une al referirse al encuentro de gobernantes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Unión Europea (UE).

La movilización serpenteó hasta encajar en una arteria principal detrás de dos jóvenes con remeras alusivas a Chávez quienes, junto al pabellón de su país, las muestran decididamente a la hora de dirigir los cánticos. Cuando el cronista de Miradas al Sur les preguntó si el comandante bolivariano era el más presente de los ausentes entre quienes participan de la Celac-UE, se les encendió aún más el espíritu revolucionario que mostraban: “Chávez ha sido el gran impulsor de esto”, dijo Irana, la cara seria, el puño apretado, mientras su amiga observaba la escena y asentía en silencio. “Como venezolanos, venimos a apoyar las luchas reivindicatorias estudiantiles y de los trabajadores, para lograr la unidad de todo el continente”, agregó, casi al mismo tiempo que hacía flamear la enseña tricolor con ocho estrellas como reafirmando sus palabras.

Al llegar a la Plaza de Armas, en el centro histórico de la ciudad y muy cerca del Palacio de La Moneda, comenzó a pintarse un heterogéneo paisaje en el que se mezclaban militantes con artesanos, tarotistas, músicos y predicadores que prometían milagros y vida eterna al pie del escenario donde se desarrollaría el acto central. A unos metros, el locutor arengó a los presentes, mientras pedía que nadie entrara en provocaciones ante la infantería apostada a una cuadra de ahí. Un par de rubias nórdicas llamaban la atención de todos ante la evidecia palmaria de su origen no latino. “Somos finlandesas”, aclaró Linda Savomen mientras su compañera hacía mutis hacia atrás. Linda revoleó sus intensos ojos azules ante la pregunta de qué hacía en ese lugar: “Vinimos porque nos interesa y porque colaboramos con el Foro de Sao Paulo. Yo pertenezco al VAS (Vasemmistoliitto, alianza de izquierda) y por lo tanto estoy en su representación”, explicó en un español algo duro pero bien claro. “Ahora en Europa las cosas están muy mal, hay crisis financiera, la gente pasa hambre, se suicida, entonces nosotros creemos que es ésta una oportunidad muy importante para que nuestros pueblos y los de Latinoamérica se unan para encontrar salidas comunes”, apuntó. Y, como remate, reveló que está viviendo en Buenos Aires tras graduarse en la carrera de Estudios Latinoamericanos. La entrevista se interrumpió bruscamente mientras una multitud huía en desbandada mientras los “pacos”, como se conoce aquí a los carabineros, arremetían con palos y bombas de aturdimiento, a la par que el carro hidrante comenzaba a bañar literalmente a todos los que en ese instante se encontraban escuchando a los trovadores y poetas, en paz.

En ese instante, regresó la imagen casi hundida en el recuerdo de los acontecimientos de Seattle en el año 2001, durante la reunión de la Organización Mundial de Comercio, que culminó en una feroz represión hacia la muchedumbre que repudiaba el orden mundial y pedía cambios para que la vida fuera más digna. Allí nació la primera de estas convocatorias globales para marcar la agenda de los poderosos. Aquí, en Chile, la furia represiva rompió como un cristal la idea de que lo vivido 9 años atrás había sido sólo una foto vieja y no la triste realidad de que el cambio de época definitivamente no alcanzó a todos los países en la región.


“La tarea es mantener lo que se consiguió y profundizarlo”

Por Diego M. Vidal. Periodista
internacional@miradasalsur.com

Entrevista. Bárbara Figueroa. presidente de la CUT.

Si recordamos las anteriores, desde Seattle en 2001, esta cumbre se está dando en un contexto especial de cambio de época en Latinoamérica.

–Hoy en día, Europa no sólo comienza a mirar las políticas de mercado de América latina, sino que también nos observa como un proyecto posible, como una alternativa real a las políticas neoliberales. Esta cumbre tiene una importancia mayor, en momentos importantes de integración y con un compromiso de los países hermanos para poder avanzar en conjunto también en materia sindical para que los trabajadores tengan un legítimo reconocimiento y un piso sólido. También para profundizar la democracia, no sólo en Chile, frente a las políticas de mercado impuestas por el Fondo Monetario Internacional, por los capitales financieros, por la banca. Además, tiene que tener como soporte la profundización de las democracias, no sólo en el orden institucional sino también en el reconocimiento de avanzar en conjunto con los movimientos sociales. Hay que mantener lo que hemos avanzado en América latina, para ir profundizando y construyendo desde ahí una gran política de mercado frente a las políticas neoliberales.

–En la Cumbre de la Celac–UE, ¿Europa viene a pedir dinero para salvar su economía?
–No es casual que uno de los temas centrales que van a ser debatidos por los jefes y jefas de Estado sea esta cuestión. Se basa en que, si queremos ser una alternativa, no puede ser que el crecimiento y el desarrollo sean sólo en función de los índices a que nos someten los acreedores en el marco de poder sacarnos plata, sino también que sea un progreso de integración donde el progreso y el desarrollo nos incluyan a todos y que no sólo quede en manos de unos pocos, como ocurrió.

–Las principales víctimas de las políticas neoliberales fueron los trabajadores, incluso el sindicalismo vio afectada su capacidad de movilización y reacción. En Chile parece que el movimiento sindical quedó un poco relegado o en la retaguardia frente a la lucha estudiantil. ¿Es tan así?
–Evidentemente hay aquí un proceso que sigue desarrollándose, profundizándose. Tenemos que estar a la retaguardia, estamos cada uno a su tiempo y momento. A nosotros todavía nos queda un proceso y un camino a recorrer respecto de nuestro propio fortalecimiento. Sin derecho a huelga, sin derecho a negociación colectiva, con un Código del Trabajo que tiene todas las garantías para los empleadores, quedaron muy pocas herramientas para los trabajadores. Evidentemente, en estas condiciones no es fácil romper con estas trabas. Estamos en un proceso que no sólo se resuelve con políticas sociales, con derechos que tienen que ser garantizados por el Estado, sino que también tenemos que devolverle las herramientas al trabajador para que pueda negociar y, desde ahí, poder generar una justa discusión de las riquezas y las ganancias. Esto es lo que estamos levantando como bandera central. Creemos que llegó nuestro tiempo para, al menos, paliar estas deudas que tenemos, con respecto al proceso de movilización que se vive en Chile y donde ciertamente los trabajadores tenemos que ser más activos. Estamos en este proceso, aquí nadie sobra, todos debemos estar contenidos y trabajando.

–Piñera, al recibir al presidente español Mariano Rajoy, le dio la bienvenida con la frase “bienvenido a un mundo mejor”. ¿Es Chile un modelo de mundo mejor?
–Chile desde hace rato quiere demostrar y dar señales. Desde este paradigma, desde esta imposición de un modelo perverso que excluyó a tantas capas de la sociedad, no podemos venir a sostener nada. Hay índices de empleo, hay cifras históricas de desempleo, hay bajos salarios. Los índices macroeconómicos poco dicen de la justicia social.

No hay comentarios:

Publicar un comentario