martes, 12 de febrero de 2013

CONTRA EL DEPREDADOR

PROTESTA A METROS DEL OBELISCO CONTRA LAS OBRAS DEL METROBUS Y EL AVANCE SOBRE LOS ESPACIOS VERDES En defensa de los árboles de la 9 de Julio Vecinos, organizaciones sociales, legisladores y comuneros participaron del acto en rechazo de las obras que prevén la mudanza de más de doscientos árboles, con riesgo para su supervivencia. Por Emilio Ruchansky A metros de las futuras paradas del metrobús, pegados al Obelisco, centenares de personas protestaron ayer por el trasplante inadecuado, maltrato y posible asesinato de una serie de árboles. “Les pedimos que se vayan acomodando y terminen de ocupar el costado de la avenida. Y vean este paisaje, no sé si será una de las últimas veces que lo disfruten”, dijo Nidia Marinaro, de la agrupación Propamba, en un pequeño escenario, montado sobre la esquina de Hipólito Yrigoyen y el carril de la Avenida 9 de Julio, mano a Constitución. En ese sentido del tránsito, muchos echaron vista a los corredores que forman los palos borrachos, los jacarandaes y algunas tipas, que supuestamente van a ser trasplantadas. Más allá del edificio del Ministerio de Salud, yacen los árboles trasladados, algunos con mutilaciones brutales. “Esto fue hecho a espaldas de la Legislatura, de las comunas involucradas y de los vecinos, que estuvieron en la audiencia pública el 5 de noviembre del año pasado. Y se hace cuando la Legislatura no está funcionando. La celeridad del proyecto no es casual”, planteó en el escenario la legisladora kirchnerista María Elena Naddeo. Su colega María José Lubertino agregó más tarde: “Queremos un metrobus en serio. No esto. Para empezar tiene que ser ecológico, como manda la ley, por eso el miércoles vamos a presentar un nuevo amparo para frenar la obra”. Por su parte, el defensor adjunto de la Ciudad, Gerardo Gómez Coronado, planteó que la necesidad de modernizar el tránsito no puede hacerse sin tener en cuenta los temas ambientales y en contra de la ley. “Hay que hacer las cosas que sirven, no las que queremos mostrar”, agregó. La protesta sumó a un puñado de militantes del MST, agrupaciones barriales kirchneristas e independientes. También estuvieron los legisladores Adrián Camps (Proyecto Sur), Virgina González Gass (PSA) y las kirchneristas Gabriela Alegre y María de Carmen Bianchi. El plan prevé remover y trasplantar más de 200 árboles para ensanchar el boulevard que se extiende por toda la Avenida 9 de Julio pero derivó, como dijo el arquitecto Rodolfo Livingston de Propamba, en “la tala indiscriminada” de palos borrachos, tipas, lapachos y jacarandaes, muchos de ellos añosos. Ana, una vecina que vio las tareas nocturnas, precisó que los árboles eran levantados con retroexcavadores, montados en camiones y traspasados a otras plazoletas, como ya se puede apreciar. Marinaro, por su parte, denunció la aplicación de un descopamiento excesivo y total de algunos ejemplares. Es el caso de tres jacarandaes, que fueron transplantados a otras plazoletas. A ellos, los manifestantes les dedicaron estrofas de la Canción del jacarandá, de María Elena Walsh: “Al Este y al Oeste llueve y lloverá, y una flor y otra flor celeste del jacarandá”. Más posibilidades de sobrevivir tienen algunos palos borrachos, cerca del cruce de la Avenida 9 de Julio y Chile, que fueron podados al extremo, pero se les conservaron ramas con algunas hojas. “En las hojas de la copa se forman unas hormonas que se denominan auxinas, que migran en forman descendente hacia la raíz y activan las formación de otra hormona, citoquininas, esenciales para el crecimiento radicular. Si sacamos la copa, no se formarán auxinas y, en consecuencia, se impedirá la formación de raíces para que el árbol se recupere”, señaló Guillermo Rey, un defensor de árboles que vive en Caballito. “Cada diez centímetros de tronco, se calcula un radio de un metro de raíz para extraer un capellón (la tierra que rodea a las raíces) y hacer un trasplante. Cortaron raíces y trataron a los árboles como si fueran mobiliario pero son seres vivos”, agregó. Los talas indiscriminadas y los descopamientos fueron observados en octubre pasado por el arbolista mexicano Daniel Rivas Torres. Tras exponer en Eco Sociedad 2012, realizada en Esquel, Chubut, se despidió de Buenos Aires, observando que “a diferencia de la ocasión anterior (hace siete años), ahora encuentro el arbolado en una condición bastante deprimente. Principalmente las cortas severas (que no son podas) han echado a perder irremediablemente la estructura, seguridad y salud de muchas tipas que por desgracia ya no seguirán aportando sus múltiples servicios”. Pidamos la cabeza de los asesinos de árboles Por Pedro Kesselman * El 4 de agosto de 1939, con motivo del accionar de funcionarios de la comuna de Córdoba que mutilaban y talaban árboles en la capital de la provincia mediterránea, el gran abogado y escritor Deodoro Roca, redactor del Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria de 1918, escribió un artículo en el periódico Las Comunas, de aquella ciudad. El artículo se titulaba “Pedimos la cabeza de los asesinos de árboles”, y, en él, Deodoro reclamaba la entrega de esas cabezas “no para cercenarlas, ni para martirizarlas, conforme ellos lo hacen con los indefensos árboles”... sino “para satisfacer una antigua curiosidad: ¡para ver qué tienen adentro!”. Y reclamaba que el juicio al que debían ser llevados esos funcionarios municipales “no conduzca a ninguna pena corporal sino a la pena ‘capital’ del burócrata: a la destitución”. Setenta y tres años después, en la Ciudad de Buenos Aires observamos con dolor e indignación el hasta hoy impune y sistemático asesinato de árboles que, masivamente, lleva a cabo el gobierno que encabeza el señor Mauricio Macri. En calles, parques y plazas asistimos a la mutilación y tala que, munidos de sierras y hachas, cometen personas con llamativas casacas amarillas provistas por los instigadores y autores intelectuales de tales crímenes. Estos asesinatos seriales de árboles han llegado a la Avenida 9 de Julio, y se dirigen a sustituir los hermosos y valiosos ejemplares arbóreos allí existentes por cuatro carriles por los que circularán varias líneas de colectivos, que se superpondrán a la Línea C de subterráneo que transita bajo esa avenida. La desaparición de los árboles que embellecen la emblemática avenida porteña, de la que son parte de su paisaje cultural, sirviendo además de factor esencial para disminuir el ruido y la contaminación, dando sombra al transeúnte, es una muestra de la nula importancia que el gobierno del señor Macri da a la protección del medio ambiente, al que ataca constantemente. Por ello, los ciudadanos y ciudadanas de Buenos Aires debemos decir basta a esta política que daña gravemente nuestro derecho a gozar de un medio ambiente sano, como lo sostiene la Constitución porteña. Y, como Deodoro en Córdoba, pidamos en Buenos Aires la cabeza de los asesinos de árboles, al solo efecto de ver qué tienen adentro y conseguir aplicarles la pena capital para tales burócratas destructores: la destitución. * Abogado y vecino de esta Ciudad de Buenos Aires. 12/02/13 Página|12 GB

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