sábado, 9 de febrero de 2013

MAURIZIO COLOR CEMENTO

PARA ALIGERAR EL TRANSITO DE COLECTIVOS, SE SACAN AÑOSOS ÁRBOLES Y AMPLIOS CANTEROS EN LA AVENIDA 9 DE JULIO El metrobús arrasa con los espacios verdes Algunos árboles se trasplantan y otros se talan. El trabajo se hace de noche. También afectará a la Plaza de la República. Un recurso de amparo reclama paralizar la obra y remediar el daño ambiental provocado. Por Eduardo Videla El sonido de las raíces que crujen se escucha en medio del silencio de la noche. Una grúa intenta levantar el tronco de un palo borracho mientras una topadora tira hacia el costado, tratando de vencer la resistencia del árbol. Las dos máquinas lo tienen enlazado con sogas, mientras dos hombres golpean con palas de mano la tierra de las raíces y un tercero las recorta con la motosierra. Casi dos horas les costó sacar el árbol en la plazoleta central de la Avenida 9 de Julio, a la altura de Chile, con aparente destino de trasplante. La operación, impulsada por la misma gestión que proclama una “Ciudad Verde”, se realiza en horas de la noche, cuando la actividad en la avenida se reduce al paso apurado de algunos vehículos. Se trata de las obras para construir el metrobús, un corredor para la circulación rápida de colectivos en el centro de la avenida, que prevé el levantamiento de las plazoletas centrales a lo largo de doce cuadras y su reemplazo por dos anchas hileras de cemento. Un ex legislador presentó ayer un recurso de amparo para frenar las obras, argumentando que los trabajos “están destruyendo el paisaje cultural urbano de la 9 de Julio, referencia mundial de la Ciudad de Buenos Aires, uno de los espacios más emblemáticos de nuestra ciudad” (ver aparte). Además, considera que la obra “es ilegal porque no fue aprobada por la Legislatura”. Y reclama que se declare nula la licitación de las obras y se proceda a la “recomposición del ambiente dañado”. “En medicina, esto se llama iatrogenia: para resolver un problema se crean otros más graves. Es una barbaridad eliminar estos parques para acortar un poco el tiempo del transporte”, dijo a Página/12 el arquitecto Rodolfo Livingston, integrante de ProAmba, una organización que, junto a la Red por el Patrimonio, evalúa la presentación de otro recurso de amparo para frenar la obra. El cuestionamiento no es sólo ambiental o paisajístico, sino que apunta al sentido de la obra. “No encontramos antecedentes en el mundo donde por encima de una línea de subte (la C) se construya un metrobús”, dijo a este diario Facundo Di Filippo, del Partido Social de la Ciudad, uno de los firmantes del amparo. El metrobús ocupará dos carriles por mano en el centro de la 9 de Julio, desde la avenida San Juan, al sur, hasta Arroyo, en el norte. Por allí circularán en ambos sentidos, de punta a punta, diez líneas de colectivos. Habrá en total cinco paradas, cada cuatro cuadras, pero cada una tendrá una extensión promedio de 200 metros, para permitir la detención de las unidades de todas las líneas. Las autoridades estiman que permitiría reducir a 20 minutos el tiempo de recorrido que hoy demanda 40 o más. Hasta ahora, la construcción del primer tramo, desde la avenida Belgrano hasta Sarmiento, sólo afectó un pequeño cantero central. Lo mismo ocurrirá desde Lavalle hasta Córdoba. Esa etapa debe estar terminada antes de que empiece marzo. El problema para los espacios verdes se genera desde Belgrano hacia el sur, donde en el centro de la avenida se abre una plazoleta de veinte metros de ancho por cuadra, hasta San Juan. Allí hay plantados frondosos árboles, entre ellos tipas, jacarandás y palos borrachos. La misma situación se plantea desde Córdoba hacia el norte, hasta Arenales. En total, son doce cuadras, con una superficie equivalente a tres plazas con una superficie de una manzana. No talen Buenos Aires Página/12 recorrió el jueves, en tres horarios distintos, la zona de obras. De día, el trabajo febril se concentra en el levantamiento del asfalto y la pavimentación. Pero entrada la noche, lo que se escucha es el impiadoso rugir de la motosierra, que mutila gruesas ramas de los árboles a extraer. Un equipo integrado por dos camiones, una grúa y dos retroexcavadoras despliega su energía en las plazoletas centrales desde México hasta Venezuela. Los vehículos no están identificados, pero una técnica a cargo del operativo revela que pertenecen al Ministerio de Espacio Público. Los árboles, aseguran, son extraídos del verde central para ser trasplantados a los canteros laterales, sobre Lima o Bernardo de Irigoyen. –¿Por qué hacen este trabajo de noche?– preguntó Página/12 a los técnicos responsables de la extracción de árboles. –Porque hay menos tránsito y es más fácil el traslado con la grúa. Podrá ser así, pero también es cierto que se le ahorra al público la vista de un procedimiento que por momentos parece cruel. Al menos el que presenciaron los cronistas de este diario, en el que fue necesario el tironeo de dos máquinas y el ataque con palas y motosierra para vencer la resistencia de ese árbol, que parecía no querer salir de ese sitio. Según los empleados a cargo del trabajo, las especies extraídas son plantadas en otros canteros, pero como todo se hace en la oscuridad y la desinformación, parece imposible saber si todos los árboles extraídos han sido trasplantados. Al menos uno corrió destino de tala por motosierra, como lo demuestra el tronco cortado al ras, que puede verse apenas se remueve la tierra que lo esconde, en 9 de Julio y México. El saber popular da por cierto que el verano no es tiempo de poda ni de trasplantes. Página/12 fue en busca de fundamentos científicos de esa afirmación: “El verano es una época mala para trasplantes. Sacarle tierra y cortarle las raíces representa mucho estrés hídrico para las plantas. Las hojas transpiran más y requieren más agua, lo cual no favorece el crecimiento de las raíces”, explicó Betina Guarnaschelli, docente de la Cátedra de Dasonomía (ciencias del bosque) de la Facultad de Agronomía de la UBA. “El momento para hacer un trasplante es primavera u otoño. Hacerlo en esta época tiene grandes riesgos, y más con las altas temperaturas de estos días”, agregó la experta Pero los tiempos electorales no son iguales a los de la naturaleza: el macrismo prevé desdoblar las elecciones locales de las nacionales, y adelantarlas para julio. “Con obras como el metrobús y el enrejado del Parque Centenario, están haciendo una intervención urbana significativa en un año electoral, a costa de los intereses de los porteños”, estimó Di Filippo. Para la arquitecta Cira Szklowin, de la Red por el Patrimonio, “resulta claro que el patrimonio arbóreo de la Avenida 9 de Julio peligra al estar subordinado a la necesidad de una obra ampliamente criticada, incluso en la respectiva audiencia pública”. La arquitecta fue testigo de una de esas drásticas podas en la 9 de Julio y, al consultar al profesional a cargo del trabajo, recibió como respuesta que la poda “era necesaria para conservar las energías del árbol, que iba a ser trasplantado en otra parte de la avenida llevado con una retroexcavadora, que me quedara tranquila”. “Con esta mutilación, los árboles reciben un impacto irreversible, ya que al dejar sólo las ramas principales, pierden su estructura, equilibrio, funciones ambientales y paisajísticas”, dijo Szklowin. “De esas ramas desmochadas, de 10 a 15 centímetros de diámetro, sin capacidad para reconstruir las ramas y subramas que conformaban la copa del árbol, sólo pueden crecer ramilletes de brotes delgados, una especie de peluquín verde que recubre la calva rama mutilada”, ironizó. “Es decir, de árboles con copa esplendorosa pasamos a tener muñones con peluca, como se puede ver por toda la ciudad en los últimos años.” En efecto, por estos días son frecuentes los llamados de lectores de distintos barrios que reportan podas indiscriminadas fuera de tiempo. “Es un absurdo que se haya arrasado con el arbolado antes de que la Subsecretaría de Transporte envíe el proyecto al Ministerio de Ambiente y Espacio Público”, dijo a Página/12 el diputado Adrián Camps (Partido Socialista Auténtico), presidente de la Comisión de Medio Ambiente de la Legislatura. Se refería a que días atrás, el ministro Diego Santilli, en una entrevista radial, se excusó de dar detalles sobre el tema porque aún su cartera no tenía el plan de obra. Para el legislador, “esto demuestra la falta de planificación con que se maneja la administración macrista y la desconexión que existe entre las distintas áreas del gobierno PRO”. “El metrobús tiene un impacto ambiental enorme, cambia el paisaje de la 9 de Julio –advirtió Camps–. Y además tiene un costo exorbitante: 166 millones de pesos, a razón de 55 millones por kilómetro, cuando el de Juan B. Justo costó 12,5 millones por kilómetro.” Según Camps, el informe ambiental de la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad habilita la obra con argumentos insólitos. “Los canteros centrales están codificados como Urbanización Parque y, de acuerdo con el Código de Planeamiento Urbano, sólo pueden hacerse obras complementarias con el uso. Pero la Agencia le dio vía libre al proyecto porque el metrobús es una obra “de interés público”. “Por más que Macri se esfuerce por publicitar su Ciudad Verde, todas sus políticas se encaminan a que los porteños tengamos una ciudad cada vez más gris”, concluyó el diputado. “La zona de San Telmo y Monserrat –agregó– es una de las que tienen menos árboles y espacios verdes en la ciudad. Y lo poco que hay lo sacan”. No trasplanten el Obelisco “Están destruyendo las plazoletas, sacando más de 200 árboles frondosos y modificando la Plaza de la República, donde se emplaza el Obelisco”, advirtió Di Filippo, uno de los firmantes del amparo presentado ayer y que tramita en el juzgado a cargo de Guillermo Scheibler. “Están alterando radicalmente un paisaje urbano que debiera ser protegido. Por lo tanto, se ha lesionando el derecho de todos los habitantes a un ambiente sano”, fundamentó el ex legislador. Es que, debido a que el trazado del metrobús afecta el área central de la avenida “más ancha del mundo”, la obra debe esquivar el monumento más emblemático de Buenos Aires, lo cual “afecta 200 metros cuadrados de la Plaza de la República”, alertó Enrique Viale, de la Asociación de Abogados Ambientalistas, otro de los firmantes del amparo. “Un árbol no es un objeto, una ficha que se puede mover de un lado a otro del tablero. Tiene su lugar en el mundo. Es lo mismo que un monumento: no podemos trasladar el Obelisco a Esmeralda”, expresó Rodolfo Livingston. “Esta obra es un atentado a la ciudad. Es la avenida más ancha del mundo, una imagen de Buenos Aires, escenario de acontecimientos políticos y culturales”, concluyó. RECLAMO JUDICIAL PARA DETENER LA OBRA DEL METROBUS Y “REMEDIAR EL DAñO AMBIENTAL” “Destruye el paisaje cultural” Los amparistas sostienen que la obra es ilegal porque debió ser aprobada por la Legislatura. Objetan que la Ciudad no pidió autorización a la Nación para cambiar el recorrido de los colectivos. Y critican que se superponga con la línea C del subte. Por Eduardo Videla Además de “destruir el paisaje cultural urbano”, la obra del metrobús en la Avenida 9 de Julio es “ilegal”, ya que debió ser aprobada por la Legislatura, se argumenta en el recurso de amparo presentado ayer ante la Justicia porteña. “La ley 2992 aprobó la primera etapa del metrobús, en Juan B. Justo, pero su articulado disponía que para la implementación de otros corredores, los proyectos y trazados deben pasar por la Legislatura de la Ciudad para su aprobación”, explicó a Página/12 el abogado ambientalista Enrique Viale, uno de los firmantes del recurso que solicita frenar esa obra. Viale hizo la presentación junto al ex legislador Facundo Di Filippo y el abogado Jonatan Valdiviezo, todos integrantes del Partido Social de la Ciudad. En el recurso, no sólo cuestionan la legalidad del proyecto, sino su racionalidad. “No estamos en contra del metrobús como sistema, sino de hacerlo en la 9 de Julio, donde va a competir con el subte C”, dijo Viale. “El trazado coincide irrazonablemente con el de la línea Constitución-Retiro, lo que crearía una superposición única en el mundo.” El arquitecto Rodolfo Livingston, integrante de la organización Pro Amba, también cuestionó el proyecto porque “no forma parte de un sistema de transporte”. “No es cuestión de hacer un metrobús acá y otro más allá. Un sistema de transporte debe conectar nodos, y éste ni siquiera llega hasta Retiro o Constitución”, dijo Livingston. En efecto, el metrobús de la 9 de Julio se extenderá desde la calle Arroyo, al norte, hasta la avenida San Juan, al sur. Allí se terminan las vías rápidas de las diez líneas que integran el sistema. A partir de allí, cada una sigue con su recorrido habitual. Pero ese recorrido, advierte Di Filippo, no depende de la Ciudad sino de la Secretaría de Transporte de la Nación. “En su momento, (Mauricio) Macri rechazó hacerse cargo del transporte de colectivos en la Ciudad y ahora dispone el cambio de recorridos y de paradas, para lo cual debe pedir permiso a la Nación, cosa que debió hacer antes de empezar la obra”, argumenta el ex legislador. Para los amparistas, la ejecución de las obras del metrobús en la 9 de Julio “afecta el patrimonio de la Ciudad de Buenos Aires al destruir el paisaje cultural urbano de la avenida, referencia mundial de la Ciudad, uno de sus espacios más emblemáticos”. “Los trabajos constructivos están destruyendo sus plazoletas, sus frondosos árboles, modificando la Plaza de la República, afectando radicalmente su fisonomía, en definitiva, alterando este paisaje urbano que debiera ser protegido y, por lo tanto, lesionando el derecho a un ambiente sano y equilibrado de todos los habitantes de la Ciudad”, argumentan. Esos conceptos pueden ponerse en números: la obra implica el recorte de 600 metros cuadrados de plazoletas laterales, para construir un nuevo carril en Lima-Cerrito y Bernardo de Irigoyen-Carlos Pellegrini; la eliminación de 3000 metros cuadrados de plazoletas centrales; el recorte de 5,5 metros de cada lado de la Plaza de la República, lo que representa unos 200 metros cuadrados. También se afectarán 217 árboles, que serán trasplantados o talados. La presentación está basada en “la protección del paisaje cultural urbano”, lo cual, a criterio de los amparistas, “integra el derecho a un ambiente sano y equilibrado”, según el artículo 41 de la Constitución Nacional, y los artículos 26 y 27 de la Constitución de la Ciudad. “En este caso se está afectando significativamente uno de los paisajes culturales urbanos de mayor singularidad y reconocimiento de la ciudad, una referencia mundial, uno de sus espacios más emblemáticos como lo es la Avenida 9 de Julio”, argumenta. En base a estos argumentos, solicitan la nulidad del Decreto Nº 555/12 (dictado el 29 de noviembre de 2012), que aprobó los Pliegos de Bases y Condiciones Particulares y de Especificaciones Técnicas para la Licitación Pública referida a la Obra Pública Metrobús Corredor 9 de Julio. También reclaman que “se ordene al GCBA la recomposición del ambiente dañado, ordenando el restablecimiento al estado anterior de la Avenida 9 de Julio”. Y para que los pedidos anteriores no se tornen ilusorios, requiere que mediante una medida cautelar urgente se disponga “paralizar los trabajos constructivos” en curso. “Muchos de estos cuestionamientos se hicieron en la audiencia pública (el 6 de noviembre último) Sabemos que las audiencias no son vinculantes, pero el gobierno tiene la obligación de contestar, y ni siquiera se tomaron ese trabajo”, cuestiona el arquitecto Livingston, quien participó de esa audiencia. “Eso muestra cómo se manejan con una prepotencia absoluta.” Una obra ilegal en Palermo La Asociación Amigos del Lago de Palermo denunció que en el lugar donde debió construirse el Paseo Marcela Brenda Iglesias, en los arcos del viaducto ferroviario de Palermo, se construye una obra ilegal. La creación de ese espacio fue aprobada a mediados de 2007 por la Legislatura porteña, a través de la ley Nº 2366, en homenaje a la niña que falleció en ese lugar, el 6 de febrero de 1996, al caer sobre ella una escultura. El paseo comprende los senderos laterales a los arcos del viaducto, entre la Avenida del Libertador y Marcelino Freyre. También lo integran los senderos de acceso y el arco Nº 7, que comunica ambos sectores del paseo. “A casi seis años de aprobada la ley, el Gobierno de la Ciudad no sólo no la ha implementado, sino que permite una peligrosa e ilegal obra en el mismo lugar, donde se violan elementales normas de seguridad ferroviaria, como son las profundas excavaciones llevadas a cabo debajo de los arcos, sino que se construye en el arco que debería quedar libre”, dicen los Amigos del Lago. Para pedir justicia y el cumplimiento de la ley vigente, se realizará un acto hoy, a las 11.30, en Libertador e Infanta Isabel. 09/02/13 Página|12 GB

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