miércoles, 13 de febrero de 2013

UN PROYECTO DE IGLESIA POR RUBEN DRI

Un proyecto de iglesia que comenzó con Wojtyla y continuó con Ratzinger Por Rubén Dri La mañana de ayer nos enteramos con sorpresa de la renuncia de Benedicto XVI, una decisión que a priori no era esperada pero que, luego de analizarla en detalle, se vuelve bastante lógica. ¿Por qué motivo? Porque cuando asume el papado Joseph Ratzinger lo hace con un determinado proyecto de Iglesia, que es el que habían elaborado junto a Juan Pablo II. Aparentemente los proyectos de estos dos papas eran contradictorios, pero esto de ninguna manera fue cierto. Con Juan Pablo II se comienzan a desmantelar todos aquellos espacios de teología de la liberación, se actuó en contra de la revolución nicaragüense y se dejó solo a Monseñor Romero cuando este era amenazado por la CIA. Este proyecto –sobre todo desde la perspectiva de Ratzinger– quería terminar con el Concilio Vaticano II, es decir con la apertura hacia todas las problemáticas que presentaba la sociedad mundial, con lo cual había una nueva iglesia de hecho, terminando con el encierro en sí misma elaborado con el Concilio de Trento en contra de la Reforma Protestante. A su vez, esta iglesia encerrada en sí misma era pensada por Benedicto XVI como una iglesia que debía centrarse en sus dogmas más duros y ser manejada por una minoría creativa que, aunque iba a ahuyentar a una cantidad de feligreses, terminaría entusiasmando a la sociedad porque volvía a proponer un proyecto exigente y riguroso. De esta manera, entraría en competencia con el islamismo y con las religiones orientales, que estaban atrayendo muchos fieles que no encontraban respuesta en la Iglesia católica. Entonces, ese proyecto de Iglesia es el que en este momento se encuentra sin posibilidad de dar respuesta a todos las problemáticas que ahora se están presentando. Por una parte se encuentra con una cantidad de problemas internos, como el escándalo por la pedofilia, el celibato y el matrimonio igualitario. Por otra parte, nos encontramos con la crisis del neoliberalismo, proyecto con el que la Iglesia había congeniado; de hecho, la imposición del neoliberalismo se hizo con el apoyo de la jerarquía eclesiástica. Frente a esta debacle económica la Iglesia no tiene respuestas y el escenario requiere de un timón muy grande para sostener este proyecto. Seguramente, Benedicto y sus asesores han leído esto de manera correcta y han determinado que lo más conveniente es elegir un nuevo sujeto con liderazgo que pueda llevar adelante este proyecto de iglesia. Ahora bien, ¿qué hay que esperar? El análisis hay que dividirlo en dos niveles. Por un lado, respecto al proyecto de Iglesia, no hay que esperar ningún cambio sustancial, sino todo lo contrario. Porque entre Juan Pablo II y Benedicto XVI se encargaron de seleccionar a todos los cardenales que pueden elegir al próximo Papa, asegurándose la continuidad. Por el otro, hay que analizar lo que sucede con la Iglesia como pueblo: ¿qué pasa con los sacerdotes que están en contacto con los pueblos en todo el mundo en este contexto de crisis? ¿Qué pasa con los teólogos que habían exigido la renuncia de Benedicto XVI? En poco tiempo se abrirá un proceso de debate muy fuerte, que puede producir que esta decisión tomada ayer por Joseph Ratzinger traiga consecuencias , aunque con pocas chances de una alternativa concreta. 13/02/13 Tiempo Argentino GB

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