sábado, 20 de abril de 2013

VENEZUELA Y EL DILEMA DEL TRIUNFO AJUSTADO EDUARDO ANGUITA, OPINION

Venezuela: el dilema del triunfo ajustado Por Eduardo Anguita Sin Chávez y con un escenario económico por lo menos confuso, Capriles mejoró mucho su performance. Los venezolanos eligieron gobierno hasta 2019. Una fecha demasiado lejana para los cambios que vive el planeta. Incluso, una fecha lejana para las transformaciones que viven América latina y el Caribe. Nicolás Maduro se estrenó en los comicios como candidato por una situación excepcional que vivió la Revolución Bolivariana: la muerte física de Hugo Chávez, promotor de esa revolución y líder político de masas como no se recuerdan muchos en los últimos 60 años en esta región. Chávez, además, era un gran estratega. Recuerda un abogado y economista argentino que formó parte del cuerpo de asesores –una especie de tanque de ideas– del líder bolivariano: Chávez solía reunirnos, y cuando las intervenciones derivaban en los logros y virtudes del chavismo, el Comandante se paraba y se ponía junto a un pizarrón. Tomaba un crayón, dividía la pizarra por la mitad y decía: "No me hablen sobre la fuerza propia, esa la conozco muy bien… a lo sumo cuéntenme qué puntos débiles ven"; y, golpeteando con el crayón sobre la otra mitad, enfatizaba: "Háblenme de los puntos fuertes de los opositores, díganme cómo pueden dañar nuestro proyecto." El domingo a la noche, quienes aportaron al triunfo de Maduro festejaron. No les faltaron motivos. Desde la elección de fines de 1998, la primera ganada por Chávez, el cambio vivido en esa nación es impresionante. Por entonces, Chávez tenía que gobernar un país quebrado económicamente y con casi la mitad de la población bajo la línea de la pobreza. A su muerte, los pobres en Venezuela son menos del 10 por ciento. Chávez tuvo una visión fundacional. O, mejor dicho, refundacional. Entre las primeras medidas, impulsó la creación de la Misión Robinson, destinada a alfabetizar. Samuel Robinson era el seudónimo de Simón Rodríguez, el filósofo y educador que guió a Simón Bolívar. Los antichavistas advirtieron, espantados, que los robinsonianos querían adoctrinar a los pobres para convertir a Venezuela en otra Cuba. La Unesco, cinco años después, declaró que Venezuela era territorio libre de analfabetismo. Mucho podría hablarse de los logros de la Revolución Bolivariana. Incluso no estaría mal relatar todas aquellas epopeyas que permitieron nacionalizar el petróleo para fondear todos los planes educativos y sociales, así como los ingentes esfuerzos por industrializar un país muy cercano geográficamente a Estados Unidos y con un empresariado de servicios que se siente cómodo en su rol de socio eunuco de las grandes compañías norteamericanas. Si bien es imprescindible tener presentes los logros, conviene recordar a Chávez y emular sus criteriosas advertencias. Qué pasó para que la diferencia de un millón de votos obtenida por Chávez sobre Henrique Capriles el 7 de octubre pasado haya adelgazado hasta un cuarto de millón. Recordemos: en aquella oportunidad, Chávez obtenía 8.044.106 de votos (55,11%) mientras que Capriles sumaba 6.461.612 votos (44,27%). Seis meses después, Maduro obtuvo 7.505.338 de votos (50,66%) y Capriles logró 7.270.403 de votos (49,07%). Las puras matemáticas permiten advertir algunas cosas antes de hacer apreciaciones que, siempre, están teñidas de abstracciones y subjetividades. En primer lugar, Maduro tuvo 538.868 votos menos que los obtenidos por Chávez. Es decir, que la fuerza bolivariana, pese a obtener los suficientes sufragios para mantenerse en el gobierno, tuvo una fuga significativa. Los motivos deben tener varias explicaciones. En segundo lugar, Capriles sacó 808.791 más que los votos que sacó contra Chávez. ¿Qué pudo haber pasado en Venezuela para que en seis meses, la diferencia entre el chavismo y la oposición pasara de algo más de diez puntos porcentuales a un punto y medio? LA ECONOMÍA. El primer elemento a considerar debe ser el económico. En 2000 y 2001 el PIB creció levemente. En 2002 retrocedía casi 9% por el boicot petrolero. La estatización de PDVSA en 2003 permitió que, desde 2004 la economía mostrara signos sostenidos de recuperación. En 2009 y 2010 la economía venezolana retrocedía (3,2% y 1,5% respectivamente) como consecuencia de la caída de los precios del petróleo en el marco de la crisis financiera internacional. A su vez, las inversiones necesarias para explorar y explotar los nuevos yacimientos de gas y petróleo empezaban a ser mucho mayores. Sobre el comportamiento económico de 2011, un cable de la agencia china Xinhua del 1-1-12 decía: "La economía venezolana cerró este año con resultados dispares, al registrar crecimiento de 4% del PIB y una altísima tasa de inflación de 27,6 por ciento." El mismo cable destacaba que el crecimiento de la economía duplicaba la meta prevista y que se explicaba por la expansión del sector no petrolero, en 4,3%, mientras que el sector petrolero crecía solo 0,65%. "Estas cifras reflejan una positiva diversificación de la actividad productiva en Venezuela, un país cuya economía se ha concentrado desde hace décadas en la extracción y exportación de petróleo como el principal renglón de comercio exterior", resaltaba la agencia china. En una década, el PIB se duplicaba (de 92 milmillones de dólares a 300 mil millones) y se podía apoyar su crecimiento en actividades no hidrocarburíferas. Eso sí: pagaba el precio de la inflación. Con un detalle no menor: los datos de crecimiento de precios eran los del Índice Nacional de Precios al Consumidor. El fin de 2012 encontró a Venezuela con un crecimiento del PIB del 5,5%, impulsada por el crecimiento de la construcción (16,8%), cuya locomotora fue la Misión Vivienda Venezuela. El sector manufacturero privado crecía el 22 por ciento. Aunque los pronósticos para la inflación 2012 indicaban crecimiento respecto del año anterior, el aumento de precios retrocedía siete puntos y se ubicaba en el 20,1%. Eso sí, a finales de año, todos hablaban de devaluación. No es un secreto que la devaluación impacta fuerte en la inflación. Comenzaba 2013 y las reservas del Banco Central caían: entre el 2 de enero y el 5 de marzo (día de la muerte de Hugo Chávez) sufrían la pérdida de 2810 millones de dólares. En el medio, el presidente en ejercicio Nicolás Maduro anunciaba una devaluación del 46,3% de la moneda nacional respecto del dólar y, además, cerraba el cambio. Los analistas económicos decían que era la propia PDVSA la que retenía los dólares para poder liquidarlos después a mayor valor y fondear de esa manera los presupuestos públicos. A fines de marzo, se produjo una segunda devaluación. Esta vez, las autoridades monetarias hicieron "una subasta de divisas" a las empresas que tenían obligaciones en dólares y de ese modo intentar evitar los inconvenientes provocados por el cierre del mercado de cambios. La cotización del bolívar, con la primera devaluación era clara: un dólar pasaba de 4,30 bolívares a costar 6,30. Cerrado el mercado de cambios, la subasta de dólares se hizo sin que se supiera cuánto pagaba cada empresa adjudicataria. Las razones oficiales van por el lado de no alimentar más la caída del precio del bolívar. Sin embargo, la falta de información clara deja una incertidumbre que, más allá del uso electoral de Capriles, impacta negativamente en la mentalidad de una parte de la población y en el comportamiento de algunos precios. LA POLÍTICA. Capriles tiene una base social diversa. Pero, hay que reconocer que tuvo la capacidad de convertirse en el conductor de la oposición con una particularidad. En la elección contra Chávez no se conformó con los antichavistas puros sino que trató de seducir a una supuesta franja de desilusionados de la Revolución Bolivariana. En octubre pasado, eso no funcionó. Quizá –y para este cronista es sólo una hipótesis– contra Maduro haya logrado captar a alguna franja indecisa de votantes. Lo más claro es que su propio comando de campaña se llamó Simón Bolívar y que se valió también de estéticas populares, más cercanas a los estilos inaugurados por Chávez que a la vieja oposición liberal venezolana. Sin Chávez y con un escenario económico por lo menos confuso, Capriles mejoró mucho su performance. Y frente a esto, conviene reflexionar para saber qué tendencias se abren, no sólo en Venezuela sino en el resto de la región. Capriles quiso redoblar la apuesta no bien se conocieron los cómputos en el sentido de desconocer el triunfo de Maduro. Una jugada artificial, inconsistente en el sentido de que el voto electrónico allí funciona sin sospechas de ninguna índole y con una cantidad de veedores internacionales de todo tipo. Por otra parte, la oposición no tiene fuerza parlamentaria ni cuenta con un sistema judicial que le permita abrir una brecha en las filas bolivarianas. Cuenta sí con un sistema de medios privados con suficiente penetración en los sectores medios. Y con este resultado, que es el mejor en estos 13 años para los enemigos del chavismo. Por otra parte, será preciso atender cómo absorberán este resultado los distintos sectores que componen la compleja alianza política que se nuclea en el Partido Socialista Unido de Venezuela –que acaba de cumplir apenas cinco años– y sus fuerzas aliadas. Hasta su muerte, Chávez era el líder de masas, el jefe de Estado y el estratega. Esos tres planos se conjugaron en una misma persona. Habrá que ver si las principales fuerzas políticas y sociales bolivarianas, especialmente sus cuadros más experimentados, logran afrontar la nueva etapa con la capacidad suficiente como para otorgarle a Maduro un lugar similar al de Chávez o si surge una conducción colectiva que exprese la diversidad y pueda ser eficaz tanto en la construcción política como en la gestión estatal. 19/04/13 Tiempo Argentino gb

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