lunes, 27 de mayo de 2013

A 40 años de "El Devotazo" Por Marcelo Duhalde

“Ni un solo día de gobierno peronista con presos políticos” Una inmensa alegría, una enorme satisfacción, la fiesta que se vivió el 25 de mayo en la puerta de las cárceles. Las largas luchas de la resistencia peronista comenzaron con el enfrentamiento a la revolución fusiladora. Desde el mismo día en que fue derrocado el gobierno nacional, popular y democrático del General Juan Domingo Perón, surgieron de manera inorgánica en los barrios, en los lugares de trabajo, en las casas, en el sabotaje de los trabajadores, lo que conformó la lucha peronista en la clandestinidad, durante el duro enfrentamiento a los gobiernos militares. Con el correr de los años, distintas instancias organizativas se fueron creando, y a partir del encuentro que se produce entre obreros y estudiantes impulsados por dirigentes representativos, verdaderos exponentes del peronismo combativo, y de otras posiciones revolucionarias dentro del campo popular, empiezan a surgir las organizaciones político-militares que a finales de los '60 toman la vanguardia de la confrontación con la dictadura cívico-militar representada en sus últimos tiempos de ese proceso por Alejandro Agustín Lanusse. Lanusse utilizó distintos medios para tratar de convertirse en un nuevo Perón, con expectativas electorales incluidas, el Perón que representara los intereses de la oligarquía y de los capitales extranjeros. Convengamos que, como exponente de los sectores concentrados de la economía, reunía en sí mismo varios atributos, como su tradición familiar, pertenecer en el ejército a la caballería y ser parte de la oligarquía agroganadera. A partir de los bombardeos de Plaza de Mayo, que cambiaron lo conocido hasta el momento en materia de represión en nuestro país, el enfrentamiento con la dictadura había ido sumando instancias de violencia a medida que pasaba el tiempo. Con el correr de los '60, comenzaron los secuestros de los militantes que, en ese momento, eran selectivos. Primero, en 1962, fue el dirigente obrero y de la Juventud Peronista Felipe Vallese. Posteriormente, se sumaron los secuestros y desapariciones de Marcelo Verd, Sara Palacio, Juan Pablo Maestre, Mirta Misetich, Néstor Centeno y Luis Pujals, entre otros. Pero el punto máximo de explicitación de hasta dónde podía llegar la represión fue la Masacre de Trelew. Esta acción criminal se produce en momentos en que Lanusse había impuesto una cláusula absolutamente ilegal y anticonstitucional que obligaba para su aceptación como candidatos que tuvieran residencia en el país de más de dos años antes del 25 de agosto de 1973, y de esa manera se impidiera que el General Perón fuera el candidato que quería el pueblo. Este general, compadrito de Barrio Norte, al decir de Rodolfo Ortega Peña, en el famoso y trascendente acto de Nueva Chicago en septiembre de 1972, tenía casi una obsesión personal con Perón por haber estado detenido como partícipe del intento de golpe para derrocarlo en 1951. La Masacre de Trelew produce un efecto absolutamente inverso al que pretendían los dictadores cívico-militares del momento. Lo que buscaban era amedrentar a la juventud para evitar que se siguiera sumando masivamente a la lucha que se estaba desarrollando. Los jóvenes, lejos de atemorizarse, se sintieron acicateados y motivados al conocer la brutal masacre que asesinó a 16 presos indefensos en la Base Almirante Zar, el 22 de agosto de 1972. La respuesta activa y masiva de la juventud no se hizo esperar, fue un disparador a lo largo y ancho de todo el país, que se concretó en forma espontánea y que se pareció mucho al impacto que produjo la muerte de Néstor Kirchner en 2010. Esto se volcó rápidamente en la campaña electoral que a todas luces mostraba que sería contundente el triunfo del candidato de Perón y del pueblo, Héctor J. Cámpora, el 11 de marzo de 1973. Luego del triunfo arrasador de Héctor J. Cámpora, bajo la consigna "Cámpora al gobierno, Perón al poder", comenzó a darse dentro del movimiento peronista y, más específicamente, dentro de la Tendencia Revolucionaria del peronismo, un debate sobre la actitud que debía tomar el presidente electo en relación a los presos políticos que se encontraban en las cárceles de la dictadura. La polémica sostenía, por un lado, que no se podía avanzar tanto, y que sería apretar al gobierno popular, según decían, propiciar la liberación de nuestros detenidos. Otra posición sostenía que había que reclamar la liberación porque si se había logrado este triunfo después de 18 años de proscripción y persecución, era en gran parte por esos mismos presos. Otros sectores del campo revolucionario también coincidían que no debían permanecer en la cárcel quienes habían aportado tanto y eran parte fundamental para llegar a ese triunfo. Es así que surgió la consigna de la Tendencia Peronista que se sintetizaba de esta manera: "Ni un solo día de gobierno peronista con presos políticos." Los encargados de impulsar esta posición fueron los abogados que representaban a la mayoría de los compañeros que estaban presos. Entre ellos, Rodolfo Ortega Peña y a Eduardo Luis Duhalde, quienes hicieron las gestiones para explicar y concientizar a los futuros funcionarios, empezando por Cámpora y por Esteban Righi, que iba a ser su ministro del Interior, que no podía ser de otra manera y que era el reclamo que surgía de las bases, que los compañeros fueran reconocidos como héroes de ese proceso y que, por lo tanto, debían ser tratados como tales. Finalmente, dejando de lado distintos intentos de mediar entre esas posiciones, tales como una amnistía a través del Congreso, o una liberación parcial y distintas situaciones que no respondían a la realidad de lo que se estaba reclamando, se aceleraron los acontecimientos. Llegó el gran día y, ante el retraso en la decisión por parte de los funcionarios que debían tomarla, el 25 de mayo de 1973 por la tarde, después de celebrar en la Plaza de Mayo la asunción del representante de las clases populares en la Presidencia de la Nación, numerosos sectores de la militancia marcharon hacia la cárcel de Devoto que era el emblema de las cárceles que estaban abarrotadas de compañeros privados de su libertad a lo largo del país. Situaciones similares se vivieron en casi todas las cárceles del país; en la Unidad 9 de La Plata, en la cárcel de Rawson, en Chubut, en la cárcel de resistencia, en el Chaco, en la cárcel del Buen Pastor y otras, en la provincia de Córdoba. Por cercanía la cárcel de Devoto fue donde se inició el pedido libertad de los compañeros; con el beneplácito y el consentimiento del compañero presidente que acababa de asumir, habían quedado de lado las discusiones internas. Habían quedado de lado las dudas iniciales cuando Héctor Cámpora comprobó que era un reclamo popular y se convirtió en una fiesta en todo el país. Él compartió la decisión de los que querían reencontrarse con estos jóvenes y heroicos militantes encarcelados. La liberación se produjo esa misma noche y fue uno de los hitos más representativos de la conciencia, y del cambio que estaba esperando la población que había votado masivamente a los candidatos del FREJULI. Lamentablemente, los hechos que vinieron después demostraron que el auge en la lucha de masas no era suficiente para la toma del poder. Los dos modelos de país allí también estaban pugnando por ser gobierno. De cualquier manera, esos acontecimientos produjeron una inmensa alegría, una enorme satisfacción en gran parte de la población y la fiesta que se vivió el 25 de mayo por la noche en la puerta de las cárceles es uno de los recuerdos más fuertes, más sinceros y más profundos de toda una generación que luchó con las banderas de la transformación y creó un ejemplo de militancia y de entrega que dejó su huella para que nuestro país pueda vivir lo que hoy estamos construyendo. 25/05/13 Tiempo Argentino

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