domingo, 28 de julio de 2013

Productos y discursos electorales Por Francisco Balázs fbalazs@miradasalsur.com

Fidelizar es un término implementado y utilizado por los especialistas en marketing para dar cuenta de la estrategia destinada a establecer una relación entre producto y cliente de manera que el cliente perciba, en primer lugar, que ese producto está dirigido a satisfacer su necesidades y, a partir de esa relación establecida, que los subsiguientes productos continúen otorgando las bondades y ventajas de las expectativas del cliente consolidando así la fidelidad entre cliente-marca-producto. El remate de la fidelización se emparienta con las distintas formas de pertenencia que la marca-producto representa para el cliente. Esta estrategia, aplicable a la venta de productos y servicios, se aplica a la acción política en las estrategias de comunicación y construcción de discurso para candidatos en campañas electorales. Los ejemplos más visibles se vienen observando en los sectores de la derecha que empaquetan sus mensajes a través de spots y apariciones televisivas en las que cuentan anécdotas de encuentros espontáneos con vecinos de nombres tales como Cacho y María (Mauricio Macri) y otras que incluyen experiencias de contacto con gentes que andan en colectivo (Francisco de Narváez). La reciente inscripción en esta tradición es la del intendente de Tigre, Sergio Massa. A través de sus escasas y cada vez más evidentes declaraciones sobre su posición ideológica, Massa despliega el papel del candidato un muchacho como vos. Desenvuelto, y con un lenguaje juvenil, recorre el espinel de todos los lugares comunes que desparraman los constructores del marketing político, conocedores de lo que la gente quiere escuchar: prudencia, sencillez, y por último una demostración, ahí sí más contundente, en su lucha por la reconciliación de una sociedad dividida y enfrentada por el kirchnerismo. En la actual campaña cunden los spots televisivos en esa dirección, destacándose el de Hermes Binner y sus chorizos enemistados, y la telenovela de Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín procurando la reconciliación de Argen y Tina. Pero en este terreno el que mejor sabe interpretar la demanda conciliadora es Massa, candidato unificador que pueda poner fin a la división entre los argentinos. Ahí es donde el pasado es una cita del presente. En los últimos tiempos del gobierno de Raúl Alfonsín, surgió con fuerza el discurso reconciliador, impulsado por la derecha y su programa televisivo Tiempo Nuevo, promoviendo el fin a la virulencia y enfrenamiento que vivía la sociedad con el regreso a la democracia tras el Juicio a las Juntas militares, el enfrentamiento a la Iglesia, la peligrosa juventud de la Coordinadora, y la corrupción del Estado y los pollos de Mazzorín, y el debate indignado de aquellos años sobre las diferencias entre libertad y libertinaje. Así, todo mezclado, todo en un mismo producto, envuelto en un mismo paquete. El posterior triunfo del menemismo se articuló sobre un discurso pacificador y reconciliador de un sociedad “dividida por el odio y el pasado”. Hay que recordar la multitudinaria convocatoria a la Plaza de Mayo, llamada “Plaza del Sí”. Al poco tiempo llegaría el primer paso de reconciliación con la amnistía a los genocidas de la dictadura, en 1990. Después llegarían otras reconciliaciones, otras pacificaciones, otros discursos únicos, unificadores. Lo que prosiguió bajo aquellas consignas pacificadoras son tristemente recordadas por todos. 28/07/13 Miradas al Sur

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