domingo, 29 de septiembre de 2013

Montoneros en primera persona

Roberto Perdía, quien integró la conducción de la organización, publicó recientemente Montoneros: El peronismo combativo en primera persona. En esta entrevista, el autor reflexiona sobre el desarrollo de la organización y su práctica militante en las distintas etapas que le tocó transitar. Primera parte de la entrevista a Roberto Perdía. A partir de la publicación de su libro Montoneros: El peronismo combatiente en primera persona (Planeta), habló de sus primeros pasos en la militancia, la opción armada y la relación con Perón. Por Nahuel Placanica Agencia Paco Urondo: ¿Cómo fueron sus primeros pasos en la militancia? Roberto Perdía: Después del golpe de 1955. Tenía catorce años, estaba en el colegio nacional de Pergamino y se estaba constituyendo el centro de estudiantes. Quedó una comisión con tres sectores: un sector juvenil local que era claramente radical, un sector parroquial y un tercer sector que éramos los independientes. En ese momento se sentían los efectos del golpe de Estado. A pesar de mi participación, no estaba muy politizado y no llegaba a entender muchas de las cosas que estaban pasando. Me llamaba la atención el odio desatado. La terminal de ómnibus de Pergamino tenía el nombre Eva Perón y los radicales tiraron un busto de Evita que había. Hacia el 57-58 empecé a militar en la democracia cristiana. Mi familia tiene fuertes vínculos con sectores cristianos, dos tíos curas. Cuando vine a Buenos Aires entré a trabajar en el Banco Nación y ahí me sume a grupo democracia cristiana pro peronista dirigido por Horacio Sueldo. En el Banco Nación fui militante gremial, vine justo en plena huelga del año 1959, que duró tres meses. Ahí aprendí muchas cosas de militancia cotidiana, me metieron preso en una asamblea incluso. Por aquellos años, también fui presidente del centro de estudiantes de la Universidad Católica donde estudié derecho. El año 63 es clave. Se abría el camino a las elecciones en medio de un proceso de golpes y elecciones con prescripción. Democracia Cristiana decide abrir las listas para que el peronismo vote a través de su lista. Se logra el acuerdo con Perón y se arma la formula: Matera – Sueldo. Lanzada la fórmula, 48hs después se proscribe. Desde Democracia Cristiana teníamos que decidir qué hacer. Nosotros desde la juventud sosteníamos que había que acompañar al peronismo en su proscripción, es decir, que no había que ir a elecciones. Se discute y finalmente las autoridades definen que se participa igual de las elecciones. Desde la juventud decidimos permanecer en Democracia Cristiana, que tenia fuertes vínculos con partidos similares en Latinoamérica, pero que nos íbamos a encargar de explicar qué pasaba con el peronismo y su proscripción en Argentina. En el año 1966 decidimos disolvernos como espacio de juventud para seguir el camino del Pueblo. En ese año ubico un punto de crisis del sistema. Hasta ahí había tenido vigencia la primera resistencia con eje en los sindicatos. Eso entra en crisis en 1964 con el frustrado regreso de Perón. En ese momento, en el país no pasó nada y eso indicaba cierta burocratización de los sindicatos. El golpe de 1966 hace una nueva división de fronteras en el país. Hasta ese momento era sólo el Pueblo peronista el que resistía pero a partir de ese año se colocan en la oposición también los sectores medios ya que se proscribieron los partidos, se produjo la Noche de los Bastones Largos, y todo esto cambia la realidad política. En ese momento nace la segunda resistencia centrada en el viejo peronismo y los sectores juveniles. APU: ¿En qué momento aparece la opción armada y qué rol se le asignaba? Roberto Perdía: El peronismo y la izquierda habían tenido opciones armadas. El peronismo con los Uturruncos y la izquierda, fundada en el modelo cubano, el Ejército Guerrillero del Pueblo en Salta y Jujuy. Ambas experiencias habían fracasado. En 1966 eso cobra una masividad mayor. A esa altura había terminado mis estudios en Derecho, estaba estudiando sociología, abandoné la carrera y me fui al norte de Santa Fe. ¿Por qué? Bueno, yo había militado con sectores de las villas y me preguntaba siempre por qué la gente venía masivamente a las villas si se vive tan mal. Cuando voy al Norte de Santa Fe, tomo contacto con sectores hacheros, y ahí entiendo que la vida en el monte era peor que en la villa. En un proceso general que se daba entre los jóvenes del mundo y sin perspectivas electorales a la vista en lo interno, se empezó a discutir el camino de la violencia. En ese momento teníamos presentes las discusiones sobre el foquismo y la experiencia de Guevara. En el norte de Santa Fe creíamos en la utilización de la violencia necesaria para superar los límites que el sistema imponía para las reivindicaciones populares. En ese camino armamos un sindicato en la zona y la estructura de FATRE, lo que hoy es UATRE, ocupábamos fincas y con fierros a la vista obligábamos a firmar un acta para reconocer los derechos de los trabajadores. Yo les llamaba convenciones colectivas de hecho. Por encima de las diferencias con el foquismo había un principio ordenador de que si alguno se largaba había que apoyar porque no había perspectivas de democracia. Aparecen las FAP, nosotros armamos un grupo político-militar en el norte Santa Fe en base a tres principios: el peronismo como identidad, el socialismo como objetivo y la lucha armada junto a la acción política. Cuando nos vinculamos con FAP habíamos hablado de discutir con los compañeros de Tucumán qué hacer. Si constituir un foco rural en la zona nuestra o si nos sumábamos a eso. Finalmente esa reunión no tuvo lugar porque caen antes (en Taco Ralo). En ese momento nos piden desde FAP Buenos Aires que nos hagamos cargo de las experiencias en Tucumán y Salta. En ese momento había diferencias ideológicas pero estábamos todos en la resistencia. Yo tuve reuniones con gente con la cual después confrontamos, teníamos vínculos e intercambiábamos información. La confrontación aparece más adelante. APU: ¿Cuándo? Roberto Perdía: Más adelante, cuando se vislumbra el proceso electoral, en el año 1972 recién. En el año 1969 cambia la situación. Pocas semanas después de una movilización que realizamos explota el conflicto que explota en mayo en corrientes, rosario, mendoza, Jujuy que culmina en el Cordobazo. Significó que lo que se venia preparando estaba estallando. Muchos sostienen que el Cordobazo no tiene nada que ver con los movimientos armados de la época. Eso es mentira. El objetivo de esa versión es vaciar la lucha política político-militar de su componente de masas. De esa manera, tratan de legitimar la represión que desplegaron. Así, la guerrila es una cosa de locos nada más, más tarde en el alfonsinismo eso es teoría de los dos demonios. Son locos contra locos, no hay lucha de masas en el medio. La guerrilla era un movimiento político social que iba surgiendo de esa resistencia del Pueblo, con fuerte presencia peronista. Esos hechos tuvieron influencia en Montoneros por ejemplo. Nuestra estrategia hasta entonces estaba ligada a la experiencia cubana, de combate en el monte, por eso Tucumán. El emergente del Cordobazo y el conjunto de luchas en el país protagonizadas por jóvenes trabajadores y jóvenes estudiantes, significó la necesidad de pasar de la guerrilla rural a la urbana. APU: Para el año 1972 va apareciendo la perspectiva electoral, de venir de la resistencia y siendo organizaciones armadas, ¿Cómo pensaban la democracia? ¿Cómo se ven ante el desafío de una campaña? Roberto Perdía: Hay una confrontación muy fuerte entre el gobierno de Lanusse y el propio Perón. Hasta el 72 la idea era que era difícil que haya elecciones, entonces la estrategia era la guerra popular prolongada, un enfrentamiento constante. Perón plantea en los primeros meses de 1972 que hay que ir a elecciones. Nosotros tuvimos un debate interno muy fuerte acerca de qué camino tomar. No había habido experiencias en América Latina de movimientos guerrilleros apoyando procesos demo-liberales, electorales. Finalmente se decide ir a elecciones y eso produce fracturas internas. La mayoría en Montoneros se inclina por las elecciones, en FAP también hay fracturas pero la mayoría se inclina por no ir. Los dos grandes saltos de Montoneros fueron: la ejecución de Aramburu, que significó una reivindicación legitima para gran parte del Pueblo peronista, lo que le dio a la organización un fuerte arraigo de masas; y el otro fue haber decidido participar de las elecciones, porque el Pueblo siempre elige los caminos más cortos y de menor sufrimiento siempre y cuando no sea una trampa. Si bien hubo algo de eso. Perón ganó en el corto plazo, consiguió imponerle a la dictadura que haya elecciones, ahora a largo plazo podríamos decir que la estrategia de Lanusse de llamar a elecciones para descomprimir la situación y dividir el movimiento popular aislando a la guerrilla, también tuvo éxito. Es un tema para la historia, sobre qué caminos tomar. Perón elige a Cámpora como candidato, una figura independiente de los sindicatos, que querían imponer a Cafiero. Para esa altura, las diferencias con el sindicalismo no eran totales pero sí fuertes porque había una disputa de poder. El sindicalismo había sido protagonista de la primera resistencia, nosotros de la segunda, todos teníamos derecho sobre ese peronismo. La fuerza de masas lograda se extendió hasta el 20 de junio de 1973. Entre el 17 de noviembre de 1972 hasta 20 junio de 1973, segundo retorno de Perón, hay hegemonía del poder Montenero. Esa fue la época de oro de la organización. APU: ¿Cómo fue la relación con el gobierno de Cámpora? ¿Cómo se fueron acomodando en ese turbulento periodo? Roberto Perdía: Primera aclaración, no hubo ningún montonero participando en niveles de dirección de ese gobierno. Sí había simpatías y relaciones producto de la lucha y la campaña emprendida. En ese marco habíamos aceptado el programa del FREJULI, que no era precisamente el programa de Montoneros, pero lo entendíamos como programa de transición. Después del triunfo electoral, hay un problema con la liberación de presos, sobre la que habíamos asumido un fuerte compromiso. “Ni un solo día de gobierno popular con presos políticos” había sido la consigna. El gobierno no adoptó las medidas necesarias y por eso miles de compañeros fueron a Devoto a reclamar por los presos. Los enfrentamiento con los guardias, dejaron dos muertos. Después vino el indulto y la amnistía. Después se suceden las famosas ocupaciones. Se ocupaban edificios públicos, universidades, centros asistenciales, etc. Por un lado era la efervescencia de la juventud que acompañaba ese movimiento de masas, algo de efervescencia revolucionaria. Por otro lado estaba la disputa interna, donde si no lo ocupábamos nosotros lo hacían otras facciones del peronismo. Eso profundizó las diferencia con Perón y el gobierno. Así llegamos al segundo retorno de Perón, el punto de inflexión de Montoneros y la política argentina. El 20 de junio ocurrió una emboscada del poder económico y sectores imperialistas contra el movimiento popular. El imperialismo crea condiciones para recuperar terreno en el sur. Esta necesidad se plantea a partir del triunfo peronista porque se encuentra con Allende en Chile también. El 10 de septiembre es el golpe en Chile. A partir de ahí empieza a retroceder y se ahonda el enfrentamiento con nosotros. Peron percibe que vienen por la Argentina, que las condiciones para frenar a la gringos no están dadas y espera poder frenar un golpe de Estado. Se equivoca en la estrategia en ese punto y, más adelante, destituyendo al general Carcagno. APU: Este ir cediendo posiciones no terminó frenando la avanzada… Roberto Perdía: No sólo eso, sino que destruyó las fuerzas propias. Ese fue un gran error, el enfrentamiento con nosotros, la otra, el enfrentamiento a fines del 73 con el general Carcagno, comandante en jefe del ejército. Nosotros teníamos dos patas en la poltica militar. En primer lugar, la no entrega de las armas. No teníamos muchas pero entendíamos que debíamos desarmarnos en función de aqulla herida de Evita en 1951 que fue el intento de golpe, que compró armas en Bélgica para armar a la CGT. Era una estructura que iba a conducir Armando Cabo, el padre Dardo Cabo, un compañero nuestro. Cada gremio tenía que poner una cantidad de militantes para conformar milicias populares. Cuando los militares tomaron conciencia de lo que significaba, presionaron a Perón y ese proceso quedó en la nada. El Ministro Manrique nos dijo de hacer una destrucción simbólica de armas pero nosotros entendíamos que justamente era en ese plano la discusión, que ante el Pueblo no podíamos quedar desarmados cuando el régimen militar seguía teniendo la misma fuerza. También teníamos otra política, que era evitar el golpe de Estado. Por eso tuvimos una política de aproximación a los sectores militares, donde había sido designado Carcagno, el general más joven de ese momento y que planteaba que el enemigo era el capital internacional. Cuando en noviembre tuvimos información de que la perspectiva de vida de Perón era corta decidimos nuevamente tomar contacto con Carcaño para ver qué podíamos articular con vistas al futuro. En esa reunión, Carcaño plantea que había habido una decisión del Estado Mayor del Ejército por el cual en la confrontación entre el sindicalismos y los sectores juveniles que representábamos nosotros, su opción era por la de los sectores juveniles, en el caso de un conflicto interno. Le planteamos que de ninguna manera intentábamos un golpe de estado y que si alguien lo intentara, nos encontraría a nosotros del otro lado. Perón enterado de esta reunión del ejército, decide actuar para sacar a Carcaño de la Jefatura del ejército. Asume en su lugar Elvio Anaya como Comandante del Ejército, quien señala que su enemigo es la subversión apátrida. Perón coloca al enemigo al mando de la fuerza militar y genera las condiciones para el golpe posterior, ese fue uno de los errores más graves. APU: Ustedes trataban de no quedar afuera del movimiento a pesar este aislamiento que menciona… Roberto Perdía: Estoy absolutamente convencido de que no debíamos confrontar abiertamente con Perón, por dos razones. Primero, Perón era el jefe del movimiento. Segundo, porque sabíamos de los límites biológicos de Perón. Tratamos por todos los medios de evitar la confrontación directa. Perón buscó esa confrontación directa como una forma de resolver en vida la contradicción que tenía con nosotros. Eso tiene que ver con algunos pensamientos históricos de Perón y con la situación coyuntural de presión constante de los EE.UU. sobre la región. La estrategia norteamericana entendía los riesgos que significaban la presencia de una fuerza como la nuestra, dentro de un movimiento de masas como el peronismo.

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