domingo, 1 de diciembre de 2013

Una biblioteca con cartas desde el exilio en los 70

Un proyecto de la periodista Laura Giussani reúne en la Biblioteca Nacional la correspondencia de militantes, presos políticos y sus familias durante la última dictadura. Las listas negras que llevaron al exilio a artistas e intelectuales "Es cuestión, Ricardo, que olvides las cosas que te atan a un país que aún no te había dado nada y que construyas en otros, en otro, tu verdadera fortaleza. El país de uno es el que te da cosas, si este no te dio por diversos motivos y te quita tanto, demostrá que estás capacitado para lo que este mundo proponga. Tenés 22 años y sueños y victorias y fracasos. Tienen que solidificarte, sacá fuerzas de la flaqueza, de donde no tengas y arrollá". Ricardo Zucker no escuchó el miedo de su padre: en 1980, después de un exilio en Brasil y en España, volvió para la contraofensiva montonera. Fue fusilado, a finales de ese año, en el centro clandestino de detención "El Campito". La carta era, hasta el año pasado, un retrato íntimo, la parte más profunda de una historia familiar. Desde la semana pasada, es también un documento histórico disponible para su lectura en la Biblioteca Nacional, junto con los otros 700 textos que conforman la colección "Cartas de la dictadura". El proyecto, dirigido por la periodista Laura Giussani, comenzó en octubre del año pasado. Hasta el momento, cuenta con las donaciones de 12 personas. Hurgar en esas cajas es abrir otra puerta de una historia 100 veces contada, una más extraña a la tragedia, más cerca de la vida cotidiana. Hay postales, poesías, proyectos políticos, dibujos, fábulas, revistas under, los primeros listados de desaparecidos trazados en el exilio, el relato de una cena de Año Nuevo en la cárcel de Devoto, todo escrito entre los años precedentes y los inmediatamente posteriores a la última dictadura militar. Hay correspondencia escrita en prisión con el sello de "censurada" –por el decreto 2023/74 de "procesados y condenados de máxima peligrosidad"–, cartas para amigos, hijos, abuelos, peleas familiares, cientos de anécdotas comunes de gente común, historias de allanamientos y secuestros, de romances. Un dirigente de las organizaciones armadas le escribe a una militante más joven cartas extensísimas, pero sin una palabra de amor. "¡Lo complicado que le resultaba al tipo decirle 'te quiero'! Insoportable. Unas vueltas para expresar un sentimiento. Y ni siquiera sé si consiguió llevársela a la cama después de tantos años", cuenta Laura y ríe, a pesar de que sus propios escritos, disponibles entre las cajas, también hablan de una coraza. Uno de los intercambios más duros es con su hermana, luego de la muerte de su amiga Adriana, de 15 años: una bomba le explotó en las manos. "Laura reaccionó con la frialdad polar de siempre", cuenta la correspondencia. Hasta el momento el proyecto cuenta con las donaciones de 12 personas. "Yo lo leo y me acuerdo de estar destruida, de pasar meses soñando con Adriana. En ese tiempo, incluso le escribí una carta, que era como una autocrítica: ‘No me vengan con el discurso de la política, esto no lo puedo entender’, decía. Pero en el exilio no podías tomarlo de otra manera, no podías ponerte a llorar", dice ahora. El proyecto comenzó por una búsqueda personal. Cuando la madre de Laura, la periodista Julia Constenla, murió en 2011, su familia encontró una casa cubierta de cajas y de papeles. El duelo empezó con la lectura, con la revisión de esos textos perdidos entre placares y cajones. En medio del polvo, estaban las cartas que habían escrito sus padres desde el exilio en Estados Unidos, y las de ella misma, desde Italia. "Siempre se cuenta la muerte, la tragedia. Las cartas cuentan la vida en la dictadura. Y sobre todo, muestran el afecto, un colchón afectivo que fue lo que hizo que no nos volviéramos locos", explica. Laura leyó y pensó lo obvio: que sus padres no podían ser los únicos, que otras personas debían haber guardado otras historias nunca contadas. Entonces, le presentó el proyecto a Horacio González, director de la Biblioteca, y así se puso en marcha la recopilación de esa correspondencia escondida. "Decidimos tomarlos como documentos históricos y tratarlos con la misma seriedad que se leen las cartas de San Martín. La historia la hacemos todos y no hay por qué no guardar los testimonios propios", dice Laura. Las cartas se ordenan como fueron entregadas, para que la intención se mantenga intacta. Cuando llegan, se las clasifica por página, de modo que los investigadores puedan trazar su propio recorrido. Cada archivo tiene una pequeña carátula, el resultado de las largas conversaciones que Laura tiene con cada donante. Otras 50 personas están aún lidiando con el desprendimiento, asumiendo que lo que hasta hace poco era suyo ahora puede ser parte de una historia colectiva. –¿Por qué volver a esta historia tan revisada? ¿Qué hay todavía para decir todavía sobre los setenta? –Porque es necesario saber qué paso, cuáles fueron los errores. Los militares llegaron a un nivel de atrocidad inesperado. Todos pensamos que iba a haber un golpe, pero nadie pensó que iba a pasar lo que pasó. Por eso todos militábamos tan alegremente. Pero llegó el '76 y tenemos que preguntarnos cuál es nuestra responsabilidad, en qué nos equivocamos, cómo no nos dimos cuenta de que nos iban a aplastar. A veces me asusto cuando se toma el relato de los setenta como si hubiese sido lindo vivir en esa época. Fue horrible. Creo que debemos hacer una autocrítica. Yo, en lo personal, creo que lo que nos mató fue el verticalismo. La lucha armada era comprensible, era histórica, había triunfos, pero si no hubiese habido verticalismo, las organizaciones hubiésemos podido captar el humor de la gente y no estar cuatro pasos más adelante. Yo todavía hoy le temo al verticalismo –contesta Laura, sentada en el tercer piso de la Biblioteca, rodeada de carpetas, de relatos, de vidas que ahora conoce en detalle, como si fueran propias y que se convirtieron en estos meses, en su mejor forma de volver a recorrer la historia política argentina. Las listas negras que llevaron al exilio a artistas e intelectuales Se trata de los listados confeccionados por la Junta Militar que luego eran distribuidos a los medios de comunicación para evitar que los señalados fueran contratados. Por Gerardo Aranguren Una lista con más de 300 nombres de artistas, periodistas e intelectuales con "antecedentes ideológicos marxistas" fue identificada entre los archivos encontrados en el Edificio Cóndor de la Fuerza Aérea. Entre los nombres figuran Norma Aleandro, Luis Brandoni, Norman Briski, Julio Cortázar, María Elena Walsh, Fernando "Pino" Solanas y Luis Brandoni, entre muchos otros cuyo destino fue, mayoritariamente, el exilio. Cuando promediaba su presentación, el ministro de Defensa, Agustín Rossi, anunció que entre los miles de documentos sensibles que hallaron el jueves pasado se encontró una carpeta que analiza exclusivamente las listas negras de la última dictadura entre 1973 y 1983, confeccionadas por la Junta Militar y distribuidas después en los medios de comunicación y todos los estamentos del Estado para que no fueran contratados. Según detalló el ministro, el 31 de enero de 1980 integraban las listas negras 331 personas clasificadas bajo la Fórmula 4 (F4), el mayor de los cuatro niveles de "peligrosidad". Estos niveles iban del 1 al 4: ser calificado con F1 significaba "sin antecedentes marxistas", con F2 que "los antecedentes que registra no permiten calificarlo desfavorablemente desde el punto de vista ideológico marxista", y F3 que esa persona "registra algunos antecedentes (…) pero los mismos no son suficientes para que se constituyan en un elemento insalvable para su nombramientos, promoción, otorgamiento de beca, etc." Quedar encasillado en el nivel F4 significaba que esa persona "registra antecedentes ideológicos marxistas que hacen aconsejable su no ingreso y/o permanencia en la administración pública, no se le proporcione colaboración, sea auspiciado por el Estado, etc.", señala uno de los documentos que establece las fórmulas de calificación de personas utilizadas por la Junta Militar. Otra de las listas encontradas, con fecha del 20 de octubre de 1982, todavía mantenía en el nivel F4 a 153 personas. "Queda claro que, a medida que nos acercábamos a la democracia, esas listas se iban eliminando", explicó Rossi. La lista concretamente está conformada por 19 páginas con los nombres de artistas, periodistas e intelectuales, su DNI, su profesión y una fecha que marcaría el momento en el que el caso fue incluido en esa lista. En cada página se incluyeron las instrucciones de la Junta para quien tuviera en su poder esos documentos. Allí se aclara que "estos antecedentes constituyen elementos de orientación, no de prueba" y que no deben ser divulgados, no deben ser copiados y deben ser incinerados. El listado conocido ayer lo integran 331 nombres. Entre ellos se encuentran actores y actrices muy reconocidos, como Norma Aleandro, Héctor Alterio, Luis Brandoni y Norman Briski, Nacha Guevara, Víctor Laplace y Federico Luppi, entre muchos otros. En el grupo de escritores la dictadura agrupó a Abelardo Castillo, el uruguayo Eduardo Galeano, Julio Cortázar, David Viñas, Roberto "Tito" Cossa y María Elena Walsh, y entre los periodistas se menciona a Osvaldo Bayer, Rogelio García Lupo, Tomas Eloy Martínez, Francisco "Paco" Urondo, quien se encuentra desparecido, y Jacobo Timerman. La lista negra se extiende también hacia músicos y compositores, como Leonardo Favio, Miguel Ángel Estrella, Jaime Dávalos, el conjunto Los Trovadores, Horacio Guarany, Víctor Heredia, Armando Tejada Gómez, Osvaldo Pugliese y Mercedes Sosa. A estos nombres se suman el pintor Antonio Berni, los cineastas Leonardo Favio, Octavio Getino y el actual senador electo Fernando "Pino" Solanas. Otro dato que surge es el momento en que empezaron a ser investigados, con casos previos al golpe de Estado y que se remontan al gobierno de Isabelita e incluso a la dictadura de Lanusse. Por ejemplo, el periodista Jorge Luis Bernetti comenzó a ser observado el 23 de agosto de 1969, en tanto que el seguimiento de "Tito" Cossa empezó el 11 de diciembre del ‘75. « Repercusiones tras el hallazgo Sergio Urribarri (Gobernador de Entre Ríos): “Treinta años de democracia nos permiten mirar hacia atrás, mientras seguimos construyendo presente y futuro. Festejemos la vida, poder coincidir o disentir, pero con un país que tiene un norte, ¡que no negocia su dignidad! Tantos hombres y tantas mujeres de nuestra cultura que fueron perseguidos por la dictadura cívico militar. Esta lejos pero no debemos olvidarlo. La cultura y sus artistas en las listas negras”.  Hebe de Bonafini (Presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo): "Me parece maravilloso lo que encontraron y todavía lo que habrá. El hallazgo es increíble, fantástico, y me da muchas ganas de seguir peleando. Cuando discutíamos (sobre la posible existencia de los archivos) algunos me decían que los habían tirado al río, llevado a España o quemado. Yo les decía que como ellos (los militares) estaban seguros de que estaba bien lo que estaban haciendo, iban a guardar todo. Ellos creyeron que pasaban a la historia con esto. Es un momento muy importante para que se sepan muchas cosas, como la complicidad de los bancos.” Horacio Pietragalla (Diputado nacional y nieto recuperado):“Es importantísimo el valor probatorio en las causas que se vienen. La documentación sobre los bancos y sobre Papel Prensa nos va a dar mucha información para poder avanzar con las responsabilidades civiles, que es lo que se viene en los juicios de lesa humanidad”. Hugo Yasky (Secretario General de la CTA): “Las actas de la dictadura son la memoria oculta del terrorismo de Estado y ahora vamos a tener la posibilidad de conocerlas. Solo un gobierno que fue capaz de terminar con la impunidad como el de Cristina Kirchner podía dar al pueblo argentino esta enorme oportunidad, que tiene trascendencia histórica, de transmitir ahora más que nunca Memoria Verdad y Justicia”. Hebe Entre los registros de tramitaciones en la mesa de entradas de la Junta figura el pedido de la fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, por el destino de sus hijos. Infonews

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