lunes, 29 de diciembre de 2014

Leyes clave en medio de pronóstico de catástrofe Por Felipe Yapur

El 2014 empezó complicado, pero termina con números económicos florecientes y alto consumo. Un año con vasta labor legislativa.

Enero había comenzado complicado. Una devaluación forzada por bancos y especuladores financieros hacía presagiar el peor de los años con una consabida destrucción paulatina de los logros alcanzados. Algunos, obvio, se restregaban las manos y hacían sus aportes al espectáculo apocalíptico que diarios y canales de TV anticipaban sobre el fin del mundo kirchnerista. Muchos rezaban para que esas esquirlas no los lastimasen demasiado. Pero hubo quienes hicieron, con mucho esfuerzo (y algo de azar), y contuvieron la situación. Los números de la economía fueron mostrando una mejoría y hasta los buitres externos e internos hicieron por ahora mutis por el foro. Tan es así que este diciembre, al que muchos apostaban caluroso, caótico y violento, terminó siendo bucólico y un tanto soso. Sólo dos hechos lograron quebrar esta siesta decembrina: la fractura del tobillo izquierdo de la presidenta y el ruido de la clase media agotando sus límites en las tarjetas de crédito por las fiestas de fin de año. 

No, por supuesto que esto no anticipa un 2015 calmo y aburrido, hay elecciones de cargos nacionales y provinciales, pero sirve para demostrar que por más catastrófico que sea el titular que anticipa el desastre, no implica que ello sea definitivamente cierto y que, sobre todo, la población lo crea.

La crisis con los fondos buitre le dio energía a los que apostaron al derrumbe. Los grandes medios de comunicación abandonaron el escaso prurito que les quedaba y se convirtieron en caja de resonancia de los intereses de esos mal llamados fondos de inversión. El mundillo político de la oposición se plegó, pero elaborando un personaje al uso de película de bajo presupuesto. Se mostraban preocupados por las consecuencias, pero depositando el peso de la responsabilidad en una supuesta habitual errada estrategia oficialista. Al igual que en 2012 (según un presagio maya) el fin del mundo que nunca llegó. Los cataclismos que provocaría la mala negociación con los buitres tampoco se presentaron. 

Mientras tanto, el gobierno de CFK y sus senadores y diputados avanzaron en la sanción, por ejemplo, de la unificación y modernización del Código Civil y Comercial; el nuevo Código Procesal Penal; la ley que crea la agencia nacional de laboratorios públicos; la norma de Promoción del Trabajo Registrado y Prevención del Fraude Laboral; la declaración de obligatoriedad en la educación inicial para niños de cuatro años; la prohibición de indultos, amnistía y conmutación de penas en delitos de lesa humanidad; un paquete de leyes que regula las relaciones de consumo, que incluye la creación del sistema de resolución de conflicto en temas de consumo; la declaración de interés público de la reestructuración de la deuda soberana realizada en los años 2005 y 2010, así como el pago en condiciones justas, equitativas, legales y sustentables al cien por ciento de los tenedores de títulos públicos de la República Argentina. También se sancionó la comisión bicameral investigadora de evasión de activos; la ley de Argentina Digital y la elección democrática y directa de los miembros del Parlasur.

Son muchas más las normas sancionadas, el listado anterior es apenas un repaso a vuelo de pájaro. Incluso hay algunas que todavía esperan una sanción definitiva, como el proyecto de ley que regula la protección de embriones no implantados, aprobado en Diputados en noviembre último y que viene a ser una norma complementaria de la Ley de Fertilización Asistida que, a su vez, perfecciona el articulado sobre este tema en el nuevo Código Civil y Comercial. Es una simple muestra de lo mucho que todavía resta por realizar y que, para calmar la ansiedad de algún precandidato presidencial opositor, hace a los Derechos Humanos actuales.

Muy pocas de las leyes sancionadas cuentan con el respaldo opositor, a pesar de que esas bancadas han expresado o presentado proyectos casi gemelos a los que se aprobaron. Los del Código Civil y de Procedimiento Penal son ejemplos de ello. 

Así fue como llegó diciembre a esta Argentina que se prepara para definir su futuro inmediato. No se produjeron los saqueos, el dólar ilegal no llegó a la altura de los cirros, la inflación no galopó y las prometidas huelgas generales se suspendieron hasta nuevo aviso. Es verdad que hubo otros diciembres problemáticos pero siempre, es válido insistir en ello, instigados por intereses que pugnan por no perder sus privilegios. Las sublevaciones policiales del año pasado no nacieron de una crisis del gobierno nacional. Pero sí aportaron al clima de desestabilización que provocó la devaluación del último enero. 

Un diciembre malo fue el de 1990, cuando un 28 de diciembre el entonces presidente Carlos Menem firmaba los decretos de indultos para los genocidas y algunos dirigentes de la guerrilla vernácula. A pesar de las multitudinarias manifestaciones en todo el país, aquel gobernante le estampaba la firma a los decretos con los que decía pacificaba el país, pero que en realidad confirmaba la teoría de los dos demonios y garantizaba la impunidad para los que aplicaron el plan sistemático del terrorismo de Estado. 

El peor diciembre de todos, sin duda, fue el de 2001. Ese sí que fue caótico y violento. Significó mucho más que la caída del gobierno de Fernando de la Rúa. Ese diciembre se convertía en el comienzo del fin del neoliberalismo que había colonizado la economía, la política y destruía el tejido social de la Argentina.

Este diciembre que termina implica el comienzo del último tramo del gobierno de CFK y el proceso de selección de los que aspiran a sucederla. En el Frente para la Victoria hay más de un candidato, alguno más kirchnerista que otro. El desafío para este sector es definir qué orientación le otorgarán al modelo vigente. No es un tema menor. La oposición, en cambio, tendrá que hacer un esfuerzo monumental para demostrar que no son los representantes de los que provocaron diciembres como el de 1990 o 2001. Para colmo, comienzan el año con una rebaja del cinco por ciento en las naftas, algo que nunca se les pudo haber cruzado por la cabeza. No la tienen fácil.

Infonews

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