miércoles, 24 de diciembre de 2014

Panorama económico Razones para un diciembre invertido

En lo que va del mes se están produciendo resultados económicos inversos a los habituales para esta época del año. El rol clave de la política en este panorama.

Por Julián Blejmar

En el plano económico, el cobro de los aguinaldos y la llegada de las fiestas y las vacaciones suelen hacer de los diciembres los meses de mayor inflación, suba del dólar, y caída de reservas. Es la consecuencia de un mayor consumo y/o adquisición de dólares por el sueldo anual complementario, de compras por las llegadas de las fiestas, y de mayor demanda de dólares por parte de quienes vacacionan en el exterior. A ello, se suma una menor liquidación de divisas, por razones temporales, de parte de las exportadoras de cereales. 

Se trata, en definitiva, de panoramas prácticamente opuestos al que se proyecta para este diciembre. Sucede que las reservas del Banco Central superaron los 30.800 millones de dólares, con lo que llegaron al nivel más alto en lo que va del año, quedando por encima incluso de las de fines del año anterior, que eran de 30.600 millones. Por su parte, el dólar oficial se mantuvo prácticamente quieto, al subir de 8,45 a 8,57 durante el mes, al igual que el “dólar bolsa” y el “contado con liquidación”, que incluso bajaron de 12 a11,85, y de 11,90 a 11,33, respectivamente, mientras que el dólar negro cerró en 13,10, es decir 25 centavos más caro que a comienzos de mes pero muy lejos de recuperar los 16 pesos que llegó a costar a fines de septiembre. Y en relación con la inflación, el relevamiento de 300.000 precios online que realiza la consultora privada Elypsis marca que entre el 8 y el 14 de diciembre la suba de precios estuvo por debajo del 0,34% en relación con la semana previa, en un contexto, que según otra consultora privada como la del estudio Bein fue de “clara desaceleración del ritmo de inflación en los últimos seis meses”, con una inflación que acumuló entre noviembre de 2013 y el actual un 34,5%, y se proyecta para diciembre, en términos anualizados, del 32,5%.

El factor político. Durante el último mes, la presidenta Cristina Kirchner lo mencionó dos veces, tanto en su discurso de cierre de la 20ª Conferencia Anual de la Unión Industrial Argentina como durante la celebración por el 31° aniversario de la Democracia y Día Internacional de los Derechos Humanos. En el primer caso afirmó que “sé que se inmortalizó durante mucho tiempo, durante los ’90, una frase que decía “es la economía, estúpido”. ¿Pero quieren que les diga algo? Yo les digo, es la política, pavotes”, mientras que en su segundo discurso planteó “¿cuál es la razón para la baja del petróleo si no es una razón geopolítica? Eso no tiene nada que ver con las reglas del mercado, tiene que ver con la política”. 

Y fueron, de hecho, razones políticas las que incidieron para este diciembre invertido. Razones que no pudieron ser proyectadas por diversos analistas económicos de sesgo ortodoxo, que difunden su mensaje en varios de los medios de comunicación dominantes, para quienes la política es un elemento en el mejor de los casos marginal para analizar las variables macroeconomicas. De allí que los mismos hicieran referencia, algunos meses atrás, a un diciembre con inflación en aumento (cuando no desbordada), subas considerables en las diferentes cotizaciones del dólar, y mayores ventas de divisas por parte del Banco Central para aminorar este último efecto, aunque con su correspondiente caída de reservas.

La lógica, eran los elementos que suelen presentarse en diciembre descriptos en la primera parte de este artículo, y la desconfianza que ellos mismos ayudaban a potenciar, pero sobre los que no se tuvieron en cuenta las diferentes medidas políticas llevadas adelante por el Gobierno.

Una de ellas fue el acuerdo conocido como “swap” entre el Banco Central argentino y el Banco Central de la República Popular de China, por medio del cual entre el 30 de octubre y el 11 de diciembre se efectuaron tres desembolsos por un monto equivalente a 2.314 millones de dólares (incluso se menciona un nuevo tramo antes de fin de año) para financiar importaciones.

Otro, el acuerdo realizado con los exportadores de cereales, para que adelanten 1.500 millones de dólares de sus próximas liquidaciones. 

A estas dos cuestiones se sumó el mayor control sobre la operatoria de compraventa de dólares negros, lo cual desincentivó a muchos potenciales adquirentes de recurrir a las “cuevas” de venta.

Incluso la caída específica del dólar “contado con liquidación” tuvo una razón política, como lo fue la caída general de las bolsas mundiales, a raíz de la baja en los títulos y acciones energéticas por la decisión política de la OPEP de mantener bajo el precio del crudo para desincentivar la explotación de yacimientos no convencionales (fundamentalmente aquellos en los que se realizan fracturas hidráulicas de rocas para extraer petróleo y gas). Como la compra de dólares “contado con liquidación” se realiza a través de acciones, la baja de las mismas hicieron caer el valor de este tipo de dólar.

Sustentado en estos elementos de acción política –acuerdos internacionales y nacionales, y la decisión de controlar el mercado ilegal–, se mantuvo además el mensaje por parte del presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, de que no se operaría una nueva devaluación. Incluso, de acuerdo con este funcionario –que durante la semana tuvo la aprobación del pliego de designación por parte del Senado para ser presidente de la autoridad monetaria por los próximos cinco años–, “la vocación es ir a la normalización de las restricciones al acceso al dólar”, lo cual implicaría una mayor disponibilidad de divisas norteamericanas y por ende una menor cotización sobre las actualmente estimadas para el año próximo.

Estas cuestiones de naturaleza fundamentalmente política, se combinaron también con dos factores cuya raíz sí responde al mercado, como lo son la caída en el poder adquisitivo de la población –a causa de la devaluación de comienzos de año–, lo cual se tradujo en una retracción general del consumo y por ende de menores índices de inflación, así como también del ingreso a las arcas del Banco Central de 483 millones de dólares provenientes de la licitación de la nueva telefonía celular 4G.

El canje, otro caso. No sólo las reservas, la inflación y el precio del dólar quedaron lejos de los pronósticos ortodoxos, sino también la idea de que los inversores le habían quitado la confianza al país. El resultado que tuvo la arriesgada acción por parte del Ministerio de Economía, que consistió en el pago anticipado voluntario (o canje voluntario por Boden 2024) de los bonos Boden 2015 (que como su nombre lo indica debían ser abonados originalmente en 2015) fue la demostración de que los inversores seguían apostando a la economía nacional.

Sucede que el saldo de esta propuesta, fue que de los 6.700 millones de dólares de vencimiento del Boden 2015, sólo el 2% de los tenedores aceptó cobrar sus bonos de forma anticipada, por un equivalente a 185 millones de dólares, mientras que se canjearon 377 millones de dólares de este título por el Boden 2024, a una tasa de interés cercana al 10% (170 millones correspondieron al Fondo de Garantías de Sustentabilidad (FGS) de la Anses). 

El hecho de que el 94% de los inversores prefiriesen aguardar al vencimiento original de los bonos para 2015 (que contempla el plus de un interés del 7%) en lugar de retirar los dólares, fue definido por el ministro de Economía Axel Kicillof como “un test de confianza que dio positivo” ya que “a los inversores internacionales les ofrecimos que si no confiaban en Argentina se llevaran la plata, y prefirieron quedarse aquí. Han querido quedarse con los bonos y no llevarse el dinero”.

De todas formas, no todas fueron buenas noticias en esta cuestión. Paralelamente al canje voluntario de Boden 2015, se licitaron Boden 2024 por 3.000 millones de dólares a una tasa de interés cercana al 10%, es decir casi el doble del promedio internacional de la región, cercana al 5%. El resultado fue de solo 286 millones de dólares de inversión, menos del 10% de lo ofertado.

En este magro resultado también fue decisiva la política, aunque a nivel internacional. Aquí se cuentan el temor de los inversores derivado de la baja en las bolsas de valores mundiales a raíz de la caída en el precio del petróleo y el adelantamiento de las elecciones en Grecia, así como las salidas de capitales de toda Latinoamérica y baja en el precio de sus materias primas exportables a raíz de la decisión de la Reserva Federal norteamericana de revaluar el dólar y subir las tasas de interés para mediados del próximo año.

Como también de cuestiones internas, como la decisión política de prescindir de los bancos, y sus comisiones por 100 millones de dólares, para que auspicien la venta de estos Boden 2024 a sus inversores. 
Claro que estos factores no evitan que esta última operación haya sido un verdadero traspié para el equipo económico, en su afán de transitar sin sobresaltos un 2015 con deudas públicas por hasta 12.500 millones de dólares.

21/12/14 Miradas al Sur

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