martes, 27 de enero de 2015

EL CORAN, MATE Y EMPANADAS Argentinos que estudian para ayatollahs

PRIMO DE PATRICIA BULLRICH!!







Gustavo Sierra. QOM. IRAN. ENVIADO ESPECIAL
gsierra@clarin.com





Frente al portal de los espejos de la mezquita principal de Qom, mientras pasan cientos de mujeres tapadas con sus hijab (mantos) hasta los pies y seyyed con sus turbantes negros, que sólo pueden usar los descendientes del profeta Mahoma, y los guardias vigilan atentamente que las niñas no vayan a dejar ni un solo pelo fuera de sus chadores (mantos), aparece un tipo alto, corpulento, de larga barba renegrida, envuelto en una capa marrón y con un turbante blanco en la cabeza, que me dice en un inconfundible acento tucumano: "¡Hola, che! ¿Cómo estás? ¿Cuándo llegaste de Buenos Aires?".

Es Feisal Morhell, que nació hace 37 años en Tucumán como César Alberto Morhell, y que desde 1991 estudia aquí en uno de los seminarios más importantes de los musulmanes shiítas del mundo, el lugar donde enseñaba el ayatollah Khomeini, y donde se levanta desde hace 1.200 años la tumba de Fátima Masuma, la hija del séptimo imán y hermana del octavo, y una de las santas más veneradas por el shiísmo.

Feisal acaba de dar los exámenes del Magister y ahora cursa el Doctorado como un alumno destacado por sus convicciones y conocimientos. Si sigue así, en pocos años más puede alcanzar el título de ayatollah, reservado sólo para los que son muy respetados como maestros del shiísmo.

"Soy nieto de sirios y de chiquito mis abuelos y mis padres me transmitieron la fe, después busqué una beca para venir a estudiar acá y me la dieron. Desde entonces volví tres veces a la Argentina y me siento muy argentino, y también ya soy de Qom, pero por sobre todo soy musulmán", me cuenta Feisal en un costado del patio, mientras pasan peregrinos de todo el mundo.

Feisal está casado con otra argentina y tucumana, Sumeya Younes, nacida como Miriam Younes, que está terminando de escribir en español una monumental biografía de Alí, uno de los descendientes del profeta y muy venerado por los shiítas. "Nosotros trabajamos mucho editando y traduciendo textos islámicos en español porque casi no hay bibliografía en nuestro idioma. Yo mismo edito una revista que se distribuye en toda América latina", explica Faisal y me cuenta que Sumeya es la más argentina de los dos. "Hace unas empanadas buenísimas y se vuelve loca por el mate. Se hace traer yerba mate de Siria", dice.

A nuestro lado ya está otro argentino que estudia en Qom. Es Abdul Karim Paz, hijo de una de las familias patricias argentinas nacido con el nombre de Santiago Paz Bullrich, director de la mezquita At Tahauid de Flores y por exponer posiciones proiraníes en el caso del atentado contra la AMIA. Abdul está acá desde hace un año haciendo el doctorado en Jurisprudencia y Ciencias Islámicas. "Vine con toda la familia y todo va a depender de cómo vaya adelantando en los estudios. Es probable que esté al menos otros cuatro años", dice Abdul, que está junto a su mujer y sus tres hijas, todas argentinas.

Abdul Karim encontró la fe musulmana cuando tenía 18 años. Mientras otros jóvenes de su edad participaban activamente en política y hasta tomaban las armas, él decidió explorar el mundo islámico. "Mis primeros conocimientos me los dio el profesor Machado Mouret que dictaba Pensamiento y Literatura Arabe en la Facultad de Filosofía de la UBA. Después vine aquí a Qom y estuve 6 años. Regresé como hojatol-islam, que es un cargo religioso, a trabajar en la mezquita de Flores", recuerda.

Allí, en Flores conoció a Roxana Assad, hija de libaneses, que enseguida se convirtió en Masuma Assad, y con quien tuvo tres hijas, Fátima de 14, Miriam de 12 y Nur de 3 y medio. Masuma es una socióloga recibida en la UBA que ahora estudia teología en la universidad de las mujeres de Qom, Jami'at Al-Zahra. Se une a nosotros en un modesto restaurante cerca del seminario mientras comemos unos kebabs de cordero con tomates asados y arroz a la persa. "No te voy a decir que fue fácil adaptarnos, pero ya estamos en buen pie. Las chicas estudian y se defienden bien con el farsi (la lengua iraní). La más grande toma clases conmigo en el seminario para mujeres, la siguiente estudia en una escuela árabe y la más chiquita se queda en la guardería de la universidad y ya habla más farsi que español", me dice Masuma, mientras se acomoda el chador y cuida que no se le vea ni siquiera un pelo.

"No me siento discriminada", continúa la socióloga argentina, "al contrario, acá la mujer puede vivir una vida más plena. Y las chicas tienen menos restricciones. Allá no podían ir a cualquier lugar porque no había comida que guardara los ritos de nuestra religión, o las invitaban a actividades reñidas con nuestras creencias. Acá están más enfocadas. No tienen distracciones tontas".

Abdul Karim y Faisal prefieren hablar de problemas más terrenales. Coinciden en que Irán tiene derecho de mantener su programa nuclear porque en poco tiempo se quedará sin petróleo. "Hablan de intransigencia, pero la mayor viene de Estados Unidos", dice Abdul Karim. "Nuestro líder lanzó una fatwa prohibiendo el uso de la energía nuclear para hacer bombas, lo que quiere Irán es contar con esa energía para mover la economía", agrega Feisal.

La conversación viaja a Buenos Aires. Pese a estar encerrados en esta burbuja de la vida religiosa de Qom, ellos siguen latiendo como argentinos.



DOM 12.03.2006 CLARIN

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