jueves, 22 de octubre de 2015

Un retroceso en la democracia Por Guido Croxatto

Tommaso Campanella fue un célebre poeta y pensador italiano del siglo XVII, autor del libro La ciudad del Sol, sacerdote que vivió en un Convento italiano (orden dominica) y dedicó parte de su vida a pensar cómo construir una sociedad más justa y más igualitaria.

Juan José Campanella es un cineasta argentino, citado por sus exhuberantes diatribas y opiniones políticas (al estilo de las diatribas permanentes de constitucionalista Sabsay) famoso por peliculas como Gol.

Campanella y Sabsay hicieron de la diatriba (funcional a la grieta que dicen que combaten) un lugar común en la prensa argentina. La diatriba conspira contra el debate. Conspira contra el re-encuentro. Uno no puede aspirar a reecontrarse con aquellos sectores a los que califica, a priori, de "peligrosos". Es el mismo discurso anti-delincuentes, discurso deshumanizador, estigmatizante, tan peligroso para la democracia, pero muy presente en la prensa argentina. Los discursos no son neutrales. También las palabras pueden matar. Cada palabra cuenta.

Quisiera amablemente pues diferir con las afirmaciones del cineasta, marcando cuatro contradicciones esenciales.

Campanella cuestiona a Scioli por ser una "criatura de Menem", pero lo afirma mientras pide el voto para Macri, asesorado por Carlos Melconian, exponente mayor –a diferencia de Scioli, basta recorrer la trayectoria de todos los candidatos de Macri, sus asesores- de las politicas del menemismo. Primera contradicción. Impugnar el menemismo mientras se vota y pide el voto al candidato del ajuste y la impunidad, que pide dejar de mirar "al pasado".

"Yo en las PASO la voté a Margarita, pero ahora el voto a otros partidos me parece peligroso. (Ahora) Voy a votar a Macri, me haría ruido lavarme las manos y avalar la continuidad". Segundo: denuncia la "grieta" pero el mismo propone el maniqueismo, cuando afirma (consolidando la grieta, en vez de promover la pluralidad, la divergencia de opiniones y votos e ideas) "Kirchnerismo o cambiemos". Esto es precisamente la grieta: el maniqueismo ciego "K - anti K" no es la salida. Cambiar un extremo por otro carece de sentido: Scioli ya se postula como un candidato integrador, lo cual no quiere decir sin convicciones. Las tiene. Lo cortés no quita lo valiente. En una democracia, salvando los límites constitucionales, le guste a Campanella o no (que tilda al pueblo, la chusma, de voto "peligroso") gobiernan las mayorías. Las mayorías "peligrosas". Los negros son siempre para la clase alta un "peligro".

Tercera contradicción: pedir mejor educación, más libertad, más democracia, (más pluralismo, más "República") es pedir todo lo contrario de lo que postula Macri con las patotas de la UCEP, que incendian o han incendiado, como advirtió el CELS, de noche asentamientos de gente pobre, los tiros en el Borda, para no hablar de las escuchas ilegales por las que se procesó también al "Fino" Jorge Alberto Palacios. El espionaje conspira contra la democracia. No se conoce por otro lado qué política educativa propone el macrismo. Abel Posse pasó penosamente como ministro de educación en la Ciudad, vale la pena recordarlo. Hacer anti-kirchnerismo banal, al estilo de Aguinis o Campanella, (expresión correcta de Roberto Gargarella) no es hacerle un favor a la democracia.

La diatriba –cultivada por Sabsai- no es un genero nuevo, pero nos impide escucharnos. El favor se lo hacemos debatiendo más y mejor entre todos, sobre todo en aquellos puntos en que no estamos de acuerdo. Scioli ha dado muestras de sostener políticas esenciales de la última década, como son las politicas de Memoria, Verdad y Justicia, una posición crítica –no obsecuente, como pide Macri y como pedía Menem- con las IFI´s, una visión humanista del "problema de la inseguridad", entre otros puntos que merecen ser rescatados y que hacen (muy diferentes de las políticas de mano dura de Ruckauf, replicadas por el macrismo) que su triunfo sea auspicioso para la sociedad argentina. No nos divide la "memoria", la verdadera grieta era la impunidad. Era el olvido.

Hay aun un largo camino por recorrer, pero algo es seguro: no se avanza impugnando siempre a los que ganan, no se avanza cometiendo los errores que se endilgan a los demás, mejor sería pensar por qué la oposición pierde sistemáticamente elecciones nacionales. Una razón es acaso pensar que la democracia es cosa de ricos, que los votos de los pobres no valen, son "comprados", son un "peligro", pensar que todos aquellos que no pensamos como ciertos grupos (privilegiados, como bien dijo Zaffaroni en Página 12, "yo soy también la chusma") pese a que pertenecemos socio-económicamente a sectores acomodados, que han podido formarse en el país y en el exterior, en determinado momento elegimos el compromiso (no el llamado pensamiento de "grupo", acrítico, en manada, en general anti-k), y entonces, podemos ser abanderados de la UBA, o lo que fuera, pero votamos y pensamos como "negros", y votamos "por el pancho y la coca".

Una vez Sergio Chodos, amigo y mentor, dijo una gran verdad: "Sos lo suficientemente blanco como para decir y escribir cosas de negros, Guido, sos tan blanco que a vos te lo toleran, escribí". Esto es el peronismo: ser negro y asumirse negro. Asumirse, como dice Hebe. Asumir un camino. Una idea. No importa de dónde venimos: lo único que importa es a dónde vamos. Pero esto no es un retroceso de la democracia Campanella. El compromiso nunca es un retroceso. La impunidad lo es. Lo fue. El retroceso es desmerecer el voto popular. Pensar que estabamos más unidos en los 90. Creerse más que los otros. Mejor que "los de abajo", mejor al pueblo que vota por el "pancho y la coca". (cuarta contradicción: acusar al oficialismo y sus "jovenes soberbios", pero luego impugnar los resultados de las elecciones: desmerecer los resultados de la democracia es "soberbia" iluminada Campanella, aprender a perder es el primer paso del diálogo politico honesto: no desmerecer al que piensa distinto). Más Tommaso Campanella es más igualdad.

Votar a Scioli no es ser "tonto", no es ser "negro", no es no "pensar". No es ser un “obsecuente”. No lo somos. Y Scioli lo sabe. Esta es la capacidad del oficialismo que la oposición jamás demostró: saber unir a sectores politicos que piensan distinto en una misma propuesta polítitca progresista. En un mismo camino, en un mismo ideal. Scioli es hoy la figura que con templanza y determinación van a elegir mayoritariamente los argentinos. Y no lo hacen por ser tontos. Y no es correcto descalificar al que no vota a Macri. Los que ya no compran lo que dice la demagogia. Los que saben pensar y votar en consecuencia, digan lo que digan los medios. La Victoria de Scioli no es un peligro, como afirma Campanella, un "peligro" es temerle a la voluntad popular. Criminalizar a los sectores populares que con su voto (que incluso cuando votan, como se desprende de la afirmación de Campanella) son vistos y presentados como sectores "peligrosos". También la dictadura proscribió al peronismo por entender que si ganaba era "peligroso".

Por eso se proscribía: con esas palabras, con ese argumento Campanella, se legitimó la proscripción. ¿Quiere usted la proscripción del peronismo "peligroso", única forma que tendrian los conservadores de "ganar" en una democracia? Dice bien Sebreli que en la Argentina los sectores conservadores jamas se organizaron bien como partido y nunca pudieron ganar una elección: por eso los golpes. Por eso la proscripción. Por favor Campanella, no nos proscriba. No anule nuestro voto. No lo desmerezca porque no coincide con el de Usted. Scioli encarna un proyecto concreto que avanza más allá de los personalismos. En este sentido es un avance institucional y político. Por eso lo votamos.

Y por eso la oposición lo denuesta y desmerece. Porque nunca ha tenido una propuesta concreta: solo ha tenido agravios. Hay que poner las patas en la fuente, una vez más. Hay que estar donde tenemos que estar y donde siempre debe estar el peronismo: con el pueblo. Con los de abajo. Jamás por encima. Este es el "deber –nuestro deber- irrevocable", como dijo Alicia Eguren.

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