El lunes 1º de mayo, Día del Trabajo, en la Argentina veinticinco periodistas, estilistas y diseñadores que integraban el corpus de revistas de moda, femeninas y dedicadas a la belleza y la salud que el grupo mexicano Televisa comandaba desde la antigua editorial  Atlántida, aún no salían de su asombro e indignación ante el telegrama de despido que unos días antes habían recibido en sus espacios de trabajo. Semejante nuevo indicador de desempleo alcanzó a las trabajadoras de las ediciones argentinas de Harper’s Bazaar y de la revista Vanidades, entre otras publicaciones.  
El documental  El primer lunes de mayo se refiere a los ardides estéticos y éticos capturados en los preparativos de la Gala del Met. Y el primer lunes de mayo en Nueva York  aconteció la gran feria de  vanidades del  Museo Metropolitano donde se pudo ver a la cantante Katy Perry oficiando de anfitriona  y como estandarte de la vanguardia, vestida con un traje rojo a su medida trazado por la Maison Margiela, El diseñador John Galliano, quien oficia de director creativo en Margiela, es un confeso de la ideología de moda y la aproximación al cuerpo femenino de Rei Kawakubo (de siluetas con volúmenes colosales, ropajes que simulan malformaciones y hablan de una aproximación escultórica a la moda), y ante el desafío de homenajear a Kawakubo y vestir a la chica pop trazó un traje con  varias capas de tul rojo sostenidas con una estructura símil coraza acicalada con piedras maximalistas y flores escultóricas al tono. Perry llevó además de un tocado que admitíó un bordado tipográfico y anillos con diamantes, aros metálicos cual antenas parabólicas, simulacros de pantallas a los costados. La cantante intenta personificar a la musa pop para Vogue que antaño representó  Madonna. No es casual que fue la chica de portada de la edición de mayo de esa publicación norteamericana, se tiñó el pelo de rubio y vistió ropajes articulados con el buen oficio de la editora inglesa Grace Coddington. Del lado del rigor fashionista implícito en el manual de estilo que debería interpretar  cada uno de los  600 invitados a la fiesta y firmado por la madama de la celebración desde 1995, la editora Anna Wintour, cuyo nombre se aplica  desde hace un par de años al Departamento de Modas del Museo. Con su voracidad y habilidad para los negocios y las  alianzas de moda que le valieron la inspiración argumenta para el film Devil Wears Prada, Wintour logró configurar un departamento de modas sin déficit presupuestario y que representa las mayores ganancias del Museo.  
Fueron escasas las asistentxs vestidas con piezas de Commes des Garcons aunque hubo ejemplos sublimes: la modelo británica Stella Tenant lo hizo con su vestido azul con  volumen en las mangas y en la falda, matizado con zapatos blancos, Ann Cleeveland con un traje de etiqueta Commes compuesto por un top atado en la espalda mediante lazos y un pantalón holgado y atiborrado de moños. La argentina Sofía Sánchez de Betak llevó un Comme des Garcons con chaqueta corta, un  short, y las malformaciones de escultura de tela irrumpieron desde carteras colgadas a cada lado de su hombro. La actriz Tracee Ellis Ross llevó un traje azul de la firma que recuerda un traje oriental con volúmenes y asimetrías, y la estilista y pareja del músico Pharrell Williams no vaciló en llevar un mameluco rojo con las morfologías de la firma japonesa. Más estridente fue el modelo de la cantante Rihanna: consistió en un comme des garçons compuesto de infinitos pétalos arty en telas liberty, mixturas de trapo y de trazos avant-garde que matizó con sandalias atadas con tiras. Entre los artificios de las asistentes hubo quienes copiaron el corte de pelo y el flequillo de la diseñadora como principal artilugio o quienes dispusieron estampas con el rostro de la diseñadora en un cinturón que coronaba un traje de patinadora y también quienes recurrieron a una camisa blanca deconstruida y matizada con un holgado pantalón negro.  
Muy lejos de la marcha de la vanidad y de la fanfarria, de la homenajeada diseñadora Rei Kawakubo trascendió apenas una imagen: fue la capturada por la editora internacional de Vogue, Susy Menkes,y divulgada en su infatigable cuenta de Instagram: allí la diseñadora japonesa aparece en la cena de gala con expresión serena ¿o aburrida? y vestida con una camisa blanca.