sábado, 6 de mayo de 2017

A la media hora de haber despegado de Ezeiza rumbo a Atenas, alguien se sienta al lado mío: “Hola Cristina. ¿Cómo estas?”
Es un empresario argentino que produce artículos de limpieza de una conocida marca que emplea a 200 trabajadores.
“¿Y como andan las cosas en la empresa?”, le pregunto. “Mal. Se cayeron las ventas más de un 30%”, me responde...
“Es mucho”, agrega. Ambos coincidimos en que los artículos de limpieza, cuando a muchos no les alcanza para la comida se convierten, lamentablemente, casi en un artículo de lujo. Le pregunto si despidió algún trabajador. Me dice: “No, no. Estoy tratando de evitarlo. Los siento como parte de mi familia. Pero tuve que suspender las horas extras y eso les ha impactado mucho en sus ingresos. Sumale la inflación... El cuadro es muy complicado.”
Seguimos hablando y me cuenta una anécdota de cuando lo conoció a Néstor. Lo que contó es textual.
“En el año 2006 se firmaban los Acuerdos de Precios en la Casa Rosada y fui con mi contador. No se podía creer, el Presidente participaba en las reuniones y firmaba los acuerdos. Antes de ingresar al despacho presidencial el contador había recibido una planilla del sindicato con los aumentos de la nueva paritaria. Y se quejó: Presidente, esta todo muy bien con el acuerdo de precios que estamos firmando pero el mes que viene tenemos que pagar estos aumentos salariales... Yo no sabía donde meterme" admite.
Pero Néstor lo miró, le apoyó su mano sobre la espalda y le dijo: Vos no te hagas drama, porque si los obreros ganan más plata, vos seguro vas a vender más lavandina”.
Re-Néstor.

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