sábado, 18 de noviembre de 2017

Panorama económico Bienes Personales

El ajuste de las jubilaciones por el cambio de la fórmula de movilidad de los haberes coincidirá en 2018 con una caída de la recaudación del llamado impuesto a la riqueza. El Gobierno proyecta para el próximo año una disminución de los ingresos por el tributo a los Bienes Personales del 29,1  por ciento respecto del nivel estimado para este año. La ley de Presupuesto señala que la AFIP obtendría 19.458 millones de pesos en 2017, mientras que los pagos de los sectores de mayor patrimonio en el país descenderán a 13.802 millones en 2018. Son 5656 millones de pesos menos. Con eso hubiera alcanzado para sostener el denostado Fútbol para Todos, que supuestamente fue dado de baja porque el Estado necesita asignar esos recursos a otras prioridades. Sin embargo, no fue esa la interpretación de las autoridades cuando dispusieron el achicamiento de la carga impositiva para los contribuyentes más acomodados. Cuál sería la utilidad social de que personajes como Gianfranco Macri paguen menos Bienes Personales después de haber blanqueado una fortuna de 622 millones de pesos que tenía escondidos del fisco nunca fue explicado por el presidente Mauricio Macri ni por sus ministros.
La caída de la recaudación de ese gravamen ocurrirá por la decisión del Gobierno de reducir progresivamente la alícuota de tributación. Para el período fiscal 2016 se bajó de 1,25 por ciento a 0,75, este año se contrajo hasta 0,50 y en 2018 quedará en un insignificante 0,25 por ciento. Esto fue aprobado por ley el año pasado, con el apoyo del Frente Renovador y el Bloque Justicialista, junto con el proyecto de blanqueo de capitales y la Reparación Histórica para los jubilados. Allí también se estableció un premio a los “contribuyentes cumplidores”, que quedan eximidos del pago de Bienes Personales con la sola ratificación de sus declaraciones juradas de los últimos dos años. Además, se elevó el mínimo no imponible hasta 800 mil pesos en 2016, 950 mil en 2017 y 1 millón 50 mil en 2018. La combinación de esos beneficios para los más adinerados de la Argentina redundará en la pérdida de los mencionados 5656 millones de pesos el año que viene según la proyección del Ministerio de Hacienda en el Presupuesto.
El ajuste de las jubilaciones por el cambio de la fórmula de movilidad de los haberes coincidirá en 2018 con una caída de la recaudación del llamado impuesto a la riqueza. El Gobierno proyecta para el próximo año una disminución de los ingresos por el tributo a los Bienes Personales del 29,1  por ciento respecto del nivel estimado para este año. La ley de Presupuesto señala que la AFIP obtendría 19.458 millones de pesos en 2017, mientras que los pagos de los sectores de mayor patrimonio en el país descenderán a 13.802 millones en 2018. Son 5656 millones de pesos menos. Con eso hubiera alcanzado para sostener el denostado Fútbol para Todos, que supuestamente fue dado de baja porque el Estado necesita asignar esos recursos a otras prioridades. Sin embargo, no fue esa la interpretación de las autoridades cuando dispusieron el achicamiento de la carga impositiva para los contribuyentes más acomodados. Cuál sería la utilidad social de que personajes como Gianfranco Macri paguen menos Bienes Personales después de haber blanqueado una fortuna de 622 millones de pesos que tenía escondidos del fisco nunca fue explicado por el presidente Mauricio Macri ni por sus ministros.
La caída de la recaudación de ese gravamen ocurrirá por la decisión del Gobierno de reducir progresivamente la alícuota de tributación. Para el período fiscal 2016 se bajó de 1,25 por ciento a 0,75, este año se contrajo hasta 0,50 y en 2018 quedará en un insignificante 0,25 por ciento. Esto fue aprobado por ley el año pasado, con el apoyo del Frente Renovador y el Bloque Justicialista, junto con el proyecto de blanqueo de capitales y la Reparación Histórica para los jubilados. Allí también se estableció un premio a los “contribuyentes cumplidores”, que quedan eximidos del pago de Bienes Personales con la sola ratificación de sus declaraciones juradas de los últimos dos años. Además, se elevó el mínimo no imponible hasta 800 mil pesos en 2016, 950 mil en 2017 y 1 millón 50 mil en 2018. La combinación de esos beneficios para los más adinerados de la Argentina redundará en la pérdida de los mencionados 5656 millones de pesos el año que viene según la proyección del Ministerio de Hacienda en el Presupuesto.
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El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) analizó la evolución de la recaudación de Bienes Personales desde 2003. Ese año ingresaron 1600 millones de pesos. El siguiente fue un 4 por ciento más y en 2005, 9 puntos más. Desde entonces hasta el final del kirchnerismo, el aumento de lo percibido por este impuesto estuvo siempre en los dos dígitos, en un rango del 15 al 42 por ciento de suba interanual. En 2015 la recaudación llegó a 18.200 millones de pesos, un 27 por ciento por encima de 2014. En 2016, con los cambios descriptos más arriba, los ingresos de este tributo avanzaron apenas 7 por ciento, mientras en lo que va de este año -de enero a octubre- el alza fue de solo el 8 por ciento. 2018 será el primer año con una baja nominal, del 29,1 por ciento, hasta 13.800 millones.
La generosidad del Gobierno para disminuir el impuesto a los que más tienen no había sido una promesa de campaña en 2015. En cambio, Macri sí había asegurado que en su presidencia ningún trabajador pagaría impuesto a las Ganancias. El amplio proyecto de reforma tributaria que envió ahora el Poder Ejecutivo al Congreso nada dice sobre la cuestión. La CGT supo hacer un paro general en marzo de 2015 por la incidencia del impuesto a las Ganancias en los trabajadores, en una pulseada que en este momento parece haber abandonado. Incluso el titular de la UOM, Antonio Caló, consideró esta semana que el acuerdo en Tierra del Fuego para congelar por dos años los salarios en su gremio es “un buen arreglo”, dado que la alternativa eran despidos masivos.
La filosofía detrás del proyecto de reforma tributaria que ya analiza el Congreso es estimular a las empresas con menores cargas impositivas para supuestamente favorecer la inversión y generar más empleo. Como esa elección no es gratis, dado que el Estado perderá recaudación, la forma de compensarlo es achicar los pagos a jubilados y titulares de la seguridad social por unos 115 mil millones de pesos en 2018. En resumen, unas 17 millones de personas que dependen de ingresos fijos soportarán el peso de incentivar al capital privado. Es la misma lógica que aplicó el menemismo en los 90, cuando la desocupación escaló al record de casi 20 por ciento mientras la rentabilidad de sectores concentrados de la economía crecía en forma exponencial.
Pero no es necesario retroceder dos décadas para comprobar que las políticas de reducción de impuestos a las empresas no derraman riqueza, sino que la concentran. Son, en definitiva, mecanismos de redistribución regresiva del ingreso por los cuales las mayorías populares pagan más tarifas, pagan por el fútbol, sufren pérdidas de poder adquisitivo de los salarios por paritarias que no compensan la inflación, los jubilados reciben menos aumentos, crece la desocupación y empeora la desigualdad social. Del otro lado, avanza la rentabilidad privada sin que ello produzca mejoras para los trabajadores. Los datos del sector rural son elocuentes en este sentido. La quita de retenciones a las exportaciones que fijó el Gobierno al inicio de su gestión significó en 2016 una transferencia directa de 3236 millones de dólares para el campo. Con los derechos de exportación que había hasta el final del mandato del gobierno anterior, el año pasado la recaudación por retenciones hubiera sido de 7805 millones de dólares, pero lo efectivamente ingresado a partir de las rebajas fueron 4574 millones. Así lo estimó el CEPA en base a datos oficiales. El documento del centro de estudios que comanda Hernán Letcher aporta otra información fundamental, surgida del Indec: el empleo promedio del primer semestre de 2017 en agricultura, ganadería, caza y silvicultura cayó en 7900 puestos respecto de igual período de 2015. Bajó a 325 mil empleos, desde los 333 mil de hace dos años.
“En el agro el efecto ‘no derrame’ ha sido contundente. El sector aumentó sus precios y mejoró la rentabilidad por la quita de retenciones, pero eso no lo llevó a contratar más trabajadores, sino que hizo exactamente lo contrario, con una caída de 7900 puestos en el promedio semestral”, sostiene. En la minería se observa la misma evolución. La quita de retenciones significó para el sector el ahorro de pagos al Estado por 662 millones de dólares. Aun así, la actividad no elevó la cantidad de trabajadores con mayores inversiones. Por el contrario, el empleo en la explotación de minas y canteras bajó en 9325 puestos, desde los 87.952 promedio del primer semestre de 2015 a 78.628 en el mismo lapso de este año. Finalmente, en la industria la ocupación no dejó de caer desde que arrancó el gobierno de Cambiemos, a pesar de que la rebaja de las retenciones a las exportaciones le permitió a la actividad fabril dejar de tributar 794 millones de dólares en 2016, sobre los 1090 millones que le hubieran correspondido con las alícuotas vigentes hasta 2015.
No hay funcionarios que den explicaciones sobre el fracaso de esta estrategia económica. Pero sin reacción de los damnificados, el Gobierno no va a cambiar, como se aprecia con las reformas tributaria, laboral y previsional que institucionalizan la desigualdad y hacen cada vez más profunda la grieta entre los ganadores y los perdedores del modelo.

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