miércoles, 3 de enero de 2018

Enero

El mes que se exilia de nosotros.
Será porque los Reyes no tan Magos te llevaron.
O porque vos, tan urbana, desde tu hamaca blanquinegra en Palermo.
Pelitos sol, jumper a cuadritos, saltaste con tus piernitas-tero a murguear en Liniers-Mataderos.
Sin escalas al Saavedra del Polaco y los otros Reyes, los del Movimiento.
Será porque vos, tan urbana, en medio de esa vía esperando el tren que te lleve a un mar.
Azul el mar, el color de los sin  aire, el que no llevás en esas dos fotos, el que te nombró.
El aire, ese aire escaso de tus adioses en gotas.
Ese aire que tus ojitos-miel atrapaban en largas horas de un desierto cruel.
El mismo que empuja olas, da vida debajo y por sobre él, arremolina espumas, tormenta, velámen feliz, pegotea sal en las pieles, salpica burbujas que gimen.
Y vos tan urbana, ahora sos caballito de mar, albatros, arenilla, caracola, cardumen, color sepia
en las noches marinas/ y nosotros que ya no te hijamos.
O sí, en la memoria larga de enero/
ni Silvio ni Gelman/ ni tus amores adolescentes/ ya te pueden hablar.
O sí, en la memoria larga y soleada en blanco de enero.

Hace tanto que fue una última tarde junto a tus caprichos de meriendas angeladas de vos.
Hace recién que recuerdo tus muecas imitándome entre complicidades  cielos de vos.

El pájaro se exilia de la quietud.
El mar se exilia de la quietud.
Enero de nosotros.
Vos Evi, ceniza a la mar que voló.
Ahora esos aires son tu cuerpito y salás la alma.
GB

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